Andrés A. Solis*
El 10 de enero de 1978, el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, entonces
director del diario La Prensa, fue asesinado por su labor informativa y su activismo
político en contra de la dictadura familiar encabezada por los hermanos Luis y
Anastasio Somoza Debayle.
Poco después, al estallido de guerra civil, el guerrillero Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN), tomó como mártir al periodista asesinado, hasta que
la viuda de Chamorro Cardenal, la también periodista Violeta Barrios Torres
encabezó un movimiento político opositor al sandinismo y logró arrebatarle la
Presidencia de la República al entonces carismático Daniel Ortega.
Una década después, en 2007, Ortega Saavedra recuperó el poder en Nicaragua
y no lo ha soltado.
El ex líder guerrillero presumía su cercanía con el ex presidente de Cuba, Fidel
Castro Ruz y ahora lo hace con sus grandes aliados como Nicolás Maduro de
Venezuela; Vladimir Putin de Rusa y Xi Jing Ping de China (y claro, Andrés
Manuel López Obrador).
En los hechos, Daniel Ortega es ahora tan dictador o peor que aquel Anastasio
Somoza al que le declaró la guerra a finales de los años 70 y se ha convertido en
el principal violentador de la libertad de expresión y los derechos de información.
Apenas este fin de semana la organización de derechos humanos Colectivo
Nicaragua nunca más, presentó un informe de violaciones a la libertad de prensa,
en el que documenta que al menos 253 periodistas han tomado la decisión de
auto exiliarse de Nicaragua para evitar ser encarcelados por el régimen de Ortega.
A inicios de 2023 el gobierno nicaragüense cedió a las presiones internacionales y
liberó de prisión a nueve periodistas y dos estudiantes de periodista que fueron
encarcelados bajo argumentos de sedición y traición a la patria, aunque la verdad
es que sólo hacían periodismo.
En su informe sobre libertad de expresión de ese mismo 2023, la organización
francesa Reporteros sin fronteras, coloca a Nicaragua junto con Honduras, Cuba y
Venezuela, como los países donde la prensa libre enfrenta serias condiciones de
riesgo para su ejercicio, lo que lesiona seriamente el derecho que tiene la
sociedad a recibir información.
Nicaragua enfrenta una crisis que la ha devuelto a lo que era hace medio siglo y
por eso es preocupante que en México tengamos un régimen que insiste (y
miente) en ser respetuoso de la libertad de prensa y al mismo tiempo defienda y
alabe a un gobierno como el de Daniel Ortega en Nicaragua que cada día muestra
la facilidad con la que vulnera y viola derechos humanos.
PD.- Una cosa es aceptar “moderar” un debate entre aspirantes a un cargo de
elección popular; otra muy distinta es creer que el equilibrio democrático se da si
se visten con los colores del Instituto Electoral de la Ciudad de México. Las y los
periodistas debemos ser a partidistas, pero también ajenos a las instituciones, por
muy democráticas que estas sean.
*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de
buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el
programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:05 hrs., por
Radio Educación.