Andrés A. Solis*
El 6 de septiembre de 2021, México aún enfrentaba los estragos de la pandemia
por COVID-19. Ese día las intensas lluvias que se registraron en el centro del país
provocaron que se desbordara el Río Tula, lo que provocó una seria inundación en
la ciudad del mismo nombre, ubicada en el Estado de Hidalgo.
La inundación afectó de forma grave al hospital general de zona del instituto
Mexicano del Seguro Social, cuyo personal y pacientes tuvieron que ser
evacuados en lanchas y helicópteros. Dieciséis pacientes perdieron la vida porque
dejaron de recibir la atención que necesitaban.
Pero hubo consecuencias posteriores por infecciones e intoxicaciones provocadas
por las aguas negras que inundaron Tula, pues el aún llamado río, es parte del
desfogue de aguas residuales provenientes de la Ciudad de México y ese mismo 6
de septiembre, las autoridades capitalinas, entonces encabezadas por la hoy
presidenta de México, decidieron abrir las compuertas del drenaje para evitar que
las aguas negras inundaran la capital del país… total, que se inunde otro lado, en
este caso, Tula, Hidalgo.
Recuerdo este suceso, porque este fin de semana se registraron lluvias intensas
que provocaron nuevos desbordamientos de ríos y presas que son vías de
evacuación y contención de aguas negras.
Las inundaciones afectaron los municipios de Ocampo, Guanajuato; Naucalpan,
Estado de México y Xalapa, Veracruz, particularmente. Millones de litros de aguas
negras, toneladas de lodo y esa espuma tóxica que invadieron casas deben ser un
llamado de atención a todas las autoridades de todos los niveles de gobierno
sobre la gestión que se está haciendo de las aguas residuales.
Vimos cientos de notas informativas en los medios, videos en redes socio digitales
que mostraban el avance de esas aguas plagadas de porquería y cualquier
cantidad de sustancias peligrosas para los seres vivos.
Pero el trabajo periodístico se quedó ahí, en la anécdota, en el momento, en el
escándalo y la oportunidad de culpar a las autoridades de lo sucedido.
Lo que falta es recurrir a la ciencia, a especialistas que nos expliquen las
implicaciones que estas inundaciones tendrán en el corto, mediano y largo plazo.
¿Cuál es el riesgo sanitario que enfrentamos?, ¿qué sustancias contaminantes se
filtrarán a los mantos freáticos y contaminarán fuentes de agua limpia?, ¿qué tanto
afectarán zonas de cultivo, zonas de pastizales para ganados?, ¿qué tantas
toxinas se quedan en el ambiente y que la población seguirá respirando?
Hay que explicarle al público cuales deben ser las acciones de los gobiernos para
tener un mejor manejo de las aguas residuales y que alternativas tenemos, más
allá de entubar los canales de aguas negras, sólo para evitar que se desborden,
como sucedió en 1999 con el canal de “La Compañía” en los límites de Ciudad de
México y el Estado de México.
Hace falta más periodismo de ciencia.
*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de
buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Integrante del
Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de
Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación. Conduce el
programa “Expedientes MN”, que se transmite los viernes a las 18:10 hrs., por la
cadena de Meganoticias