Alberto Witvrun.-El Sindicato Único de Trabajadores al Servicio de los Tres Poderes del Estado de Hidalgo (SUTSPEH) fue creado en 1980 con la venia del gobernador Jorge Rojo Lugo no como concesión en favor de los burócratas que pugnaban desde años antes por una organización para defender sus derechos y mejorar sus condiciones laborales, fue para dejarle una cuña política a su sucesor Guillermo Rossell de la Lama.
El sindicato como su nombre lo mencionaba aglutinaba a los trabajadores de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero sobre todo temía ilegalmente derecho a huelga al aceptar el gobierno de Hidalgo un contrato colectivo de trabajo como si prestaran sus servicios a una empresa privada ubicándolo en el Apartado A de la Ley Federal del Trabajo y no en el B con condiciones generales de trabajo.
Además nunca fueron considerados los trabajadores que lucharon por un sindicato, su control por voluntad de Rojo Lugo fue entregado a un grupo de universitarios a los que hicieron pasar como empleados de gobierno, entre los que destacaba el ex presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) Gerardo Sosa Castelán que ya tenía en su haber una diputación local.
Desde ahí, además de tener la administración del Club de Fútbol Pachuca se preparó el asalto a la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAH) creándose el poderoso Grupo Universidad que le impuso muchas cosas a Guillermo Rossell y sirvió para retar al gobierno de Adolfo Lugo Verduzco, el que nunca cedió, por el contrario, en diciembre de 1987 la 53 Legislatura reformó la ley, establece un sindicato por poder y los ubica en el Apartado B.
El diputado local Sabas Salinas González a quien Gerardo Sosa había heredado el sindicato, estaba prófugo acusado de un homicidio accidental, lo que facilitó la reforma, por lo que Sosa Castelán regresó a emprender la batalla legal que perdió e intentó conservar el control a través de Néstor Quintero, luego ya sin pertenecer a ese clan Sabas Salinas años después regresó a dirigirlo, la etapa siguiente fue un especie de transición.
A un sindicato sin fuerza hace 15 años llegó a la secretaría general del Sindicato Único de Trabajadores del Poder Ejecutivo, Víctor Licona Cervantes que se reeligió sin oposición, hasta la semana anterior en que le disputaron la dirigencia, que obtuvo en un proceso áspero y de descalificaciones, donde le llovieron acusaciones de corrupción y fraude, que le quitan la autoridad moral ante el próximo gobierno sin importar quien lo encabece.