Alberto Witvrun.- A pesar de los esfuerzos en materia de seguridad y la reuniones de gabinete donde las a´reas que lo conforman le informan al gobernador acciones, operativos y estrategias para disminuir los indicadores delictivos en el estado y particularmente en Pachuca, quienes gozan de condiciones para seguir con su actividad son los delincuentes comunes porque el secretario de seguridad Salvador Cruz Neri utilizando las atribuciones que le da el Mando Coordinado al puro estilo de las pandillas dividió en dos zonas la seguridad del municipio capitalino, para ahorrarse conflictos con sus dos más mejores amigos: Juan Manuel Ayala Guarro y Julio César Meléndez Coria.
Al primero en sus atribuciones de secretario de Seguridad Pública de Pachuca le dejó la vigilancia de barrios, colonias y comunidades, donde por cierto aunque repitió en el cargo por su evidente cercanía con el responsable de la seguridad pública de Hidalgo, no se ha visto una reducción en los delitos y menos en la percepción ciudadana que ya califica al gobierno de Alberto Reyes Hernández por sus resultados en servicios y el problema principal en que se convirtió en los últimos tres gobiernos municipales el mal estado de calles y avenidas de la ciudad capital, aunque está pendiente el resultado en la recolección de desechos sólidos e iluminación pública.
Como hay diferencias y puntos de vista contrarios entre sus dos amigos, a su comisario estatal de seguridad Meléndez Coria que por cierto está acusado de querer despojar de una propiedad a la familia Serrano Ortiz en Mineral del Monte, le dejó la vigilancia y seguridad de las principales vialidades y bulevares de Pachuca, ahora está dividida en dos territorios, en lo que seguro se tomó en cuenta las diferencias de este con el antecesor de Ayala Guarro durante el gobierno de Sergio Baños Rubio, lo que provoca roces entre agentes municipales y estatales que no han trascendido pero que generan malestar inicialmente en los policías municipales, porque se redujeron sus atribuciones y tienen prohibido intervenir en percances o actos delictivos sobre las principales vialidades.
Así las dos policías actúan como pandillas cuidando sus territorios, asignados por el jefe de las dos facciones, que no arrojan buenos resultados sobre la seguridad pública del municipio capital de Hidalgo, cuando el Mando Coordinado teóricamente debiera servir para mejorar la seguridad pública y garantizar integridad y bienes de los ciudadanos, no para servir a intereses personales que se reflejan en decir lo menos en la operación de «empresas» de grúas no registradas que cobran a su libre albedrío y para que crucen sin problema alguno camiones con materiales por zonas prohibidas porque son propiedad de un jefe policial, lo que seguramente no se menciona en las reuniones de gabinete.