Por Rogelio Hernández López
Llegas al gran museo de Antropología con desanimo y cara agria por tu prejuicio de que otro foro sobre la violencia contra periodistas mexicanos servirá para muy poco, como ha sido por 19 años. Estás seguro de que allí se concentrará otra vez el miedo- Pero, tras 6 horas y media de convivir con tres cientos de colegas y evaluar las 23 intervenciones sales con una ligera sonrisa y un extraño espíritu de cuerpo.
–Es que tú eres de los optimistas de siempre— te dice una joven editora web y te suena a reproche, como si te acusara de tener poca capacidad de análisis. Repasas entonces todo lo que ocurrió el primer día de la Cumbre de la libertad de prensa y entresacas eso que te fue animando.
- Te enteraste que el CPJ (Committee to Protect Journalists) puso la mayor parte de lo necesario para esa enorme reunión y no se agandalló. Gestionó durante seis meses que los recibiera el Presidente de la República y estuviese en la Cumbre; desplazó a su equipo operativo principal desde Estados Unidos con Joel Simon a la cabeza; convocó a otros organismos para coordinación; trasladaron a colegas afectados del norte y del sur de México; usó sus recursos para alquilar el recinto, contratar a tiquetmaster para el control de invitados, para comida frugal mañana y tarde con toneles de café; se responsabilizó del orden del programa y hasta de sus ajustes finales; logró que del gobierno llegasen la diputada Tatiana Clouhtier, el segundo de la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Cantú y en la víspera consiguió que también estuviera el Subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, responsable del mecanismo de protección a periodistas.
–¿Cómo le hiciste para que viniera Alejandro Encinas? Le preguntaste a Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México –¡Chingue y chinge!, como lo hice por semanas—respondió con el rostro cansado pero sonriente de ojos.
Jan estaba contento por lo que habían preparado, pero ni él ni Simon se abrogaron lo alcanzado: en los paneles solo pusieron una de sus representantes, Nataly Southwick y varias veces dijeron lo mismo que anotaron en el comunicado final que “el evento fue preparado con la ayuda de un comité organizador conformado por el CPJ; Adela Navarro Bello, directora general del semanario Zeta de Tijuana; Reporteros sin Fronteras; Article 19-Oficina de México y Centroamérica; y Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D).
Saber todo eso te arrancó una conclusión y una sonrisa porque el más fuerte se tornó humilde y se unió a otros para echarnos otra manita más a los periodistas más vulnerables del continente, los mexicanos. Según tus datos 14 asesinatos en siete meses y alrededor de 1,400 agresiones (200 por mes) y más de 3 mil despedidos en menos de un año, la mayoría sin liquidación de ley.
- Igual te llevas la percepción de que cada día son más los colegas que juntan sus miedos, que sienten respaldo de afuera para seguir resistiendo. Te viste allí con algunos de la resistencia histórica de más de 20 años como Pepe Reveles, Raúl Correa Engulo, Jesús Yañez, Héctor Peñaloza, de hace 10 años para acá Cristina Renaud, Isaín Mandujano, Témoris Grecko, Gerardo Albarrán, Andrés Solís, Nadia Sanders. Y muchas, muchas caras nuevas. Al auditorio le caben 350 butacas pero desde las 9:30 hasta las 17:30 fueron insuficientes.
- También reconoces los tamaños de los tres representantes del nuevo gobierno que se animaron para acudir a esta Cumbre que, por obviedad sería otro sitial de recriminaciones y no solo llegar sino tener la honestidad de concordar con el diagnóstico común, defender lo defendible del gobierno y hasta de dar nota:
Oíste con atención a Encinas, no solo porque es tu amigo desde el Partido Comunista Mexicano o porque sea el responsable del mecanismo de protección a periodistas, sino porque sabes que tiene en su escritorio una propuesta de reconocer jurídicamente al ejercicio del periodismo como del interés público con un plan de protección integral –ya no solo cautelar–, para reducir las varias vulnerabilidades de las y los reporteros mexicanos y sabes que eso no lo anunció porque tiene que convencer al Presidente, a empresarios al fiscal general y muchos periodistas.
Por eso Encinas se concentró en reconocer que el Estado mexicano es débil, le faltan capacidades institucionales y le sobran expresiones de corrupción. No basta que revisemos la ley vigente o el Mecanismo –dijo–, el tema nodal es el combate a la impunidad, para frenar la violencia general y para castigar los silencios que se han impuesto.
Verificaste lo entrona de Tatiana, la diputada federal que no quiso ser del gabinete presidencial, pero que defiende su convicción del cambio y que ofreció llevarse como tarea convencer al líder de la mayoría de crear o reformar leyes: de publicidad oficial, el daño moral en los códigos penales y otras.
Percibiste el valor del periodista Jesús Cantú, ahora en modo funcionario de la Presidencia, al resistir las quejas –y hasta un abucheo– por exhibir malintencionadamente aquella lista de columnistas y por negar que las reyertas manañeras del presidente contra algunos medios afecten a todos los periodistas.
Pero lo viste mejor y hasta anotaste, para recordárselo cada que sea necesario, esa agenda que construyen, ese listado de lo que están preparando para cambiar la relación de prensa-gobierno, una agenda muy similar a la que tiene Encinas en su oficina por el sentido general y las medidas. Todos oyeron a Cantú decir:
Requerimos un sistema mediático libre independiente y pluralista.
Al gobierno le toca construir el escenario y las condiciones.
Esclarecer todos los homicidios y atentados contra libertad de expresión de todos.
Propiciar la democratización del ecosistema mediático.
Una legislación clara sobre publicidad oficial.
Revisar otras legislaciones concesiones, del espectro radio eléctrico,
Fortalecer a medios públicos.
Fortalecer medios comunitarios que estaban olvidados y reprimidos en muchos casos.
Información que tome en cuenta a todos los actores.
La profesionalización del ejercicio periodístico.
Garantías de ejercicio de libertad de expresión plena, revisar el código civil, los códigos penales en varios estados, el secreto profesional, la cláusula de conciencia.
Incentivar el periodismo de investigación.
Menos chismes y trascendidos.
Transparentar la acción gubernamental.
Todo eso lo oíste de Jesús Cantú y también te invocó una leve esperanza de que puedan y quieran hacer efectiva la agenda que dicen construir.
- Y de todas las intervenciones, las que te hicieron aplaudir a pesar de lo rígido que eres fueron las de dos mujeres reporteras, que conoces hace mucho, bravas como pocas. Anabel Hernández y Blanch Petrich.
Anabel sacudió con los datos y una hipótesis que recogió Encinas. Dijo, en su tono elocuentísimo: —El 89 por ciento de los crímenes en el mundo no se resuelve (en México es de 94 por ciento), pero aquí son más asesinatos de periodistas en países sin conflicto armado…. ¿Por qué? En países como México, con estados débiles, con instituciones frágiles o disfuncionales es donde más matan periodistas. Mi hipótesis las instituciones no funcionan… Y ¿quien investiga a los poderes? El factor incomodo somos los periodistas… La verdad es una especie de justicia, somos el último bastión, nos hemos convertido en una especie de barandilla…. No dejemos a la sociedad… Ojalá que el presidente se dé cuenta de todo esto–.
Y mejor aún, para tu coincidencia de convicciones izquierdosas, fue la veterana reportera y conocedora de la prensa en América Latina Blanch Petrich. En varios momentos, porque ella quiso atrajo a tema que la libertad de prensa se reduce, se tuerce, se corrompe por la enorme responsabilidad de los conglomerados de la información que se desenvuelven mejor e impunemente en el neoliberalismo.
“Las verdaderas reformas son crear contrapesos a los conglomerados… Es un tema en pañales…. Es un tema de poder e indispensable para democratizar la información…. Cuando se quiere tocar su poder, se quejan de leyes mordazas…. Los medios públicos y los periodistas de investigación son contrapesos. ….
Y todavía mejor Blanch cuando retó Genaro Lozano –¿Si tuviéramos enfrente a AMLO que le dirían? —y ella respondió –Que su discurso deje de ser retórico, que aprovechen para hacer cambios… Solo les recuerdo que no nos regalaron los cambios. Somos generaciones los que a abrimos espacios, que ganamos la libertad de prensa–.
La Cumbre siguió al otro día ya con invitados selectos y en otro lado. Tu ya no acudiste. Te llevas el aliento de la iniciativa generosa del CPJ, de la unión de esas organizaciones internacionales que persisten en apoyar a los periodistas, de que nuevas generaciones de colegas se han unido a la resistencia, de que el miedo ya no es solo tuyo o tus cercanos y que ese miedo, paradojalmente, es el motor para encontrar otros caminos pero colectivamente. Deseas que sea real esa agenda en construcción y que unifique a más periodistas de México y de paso les machuque el estorboso individualismo. Te llevaste un poco de espíritu de cuerpo junto a esa pequeña sonrisa. –Bien por esta Cumbre del miedo–, te repetías. ([email protected])