Alberto Witvrun.- No termino de leer Terciopelo de Juan Rivera Arroyo y ya tengo en las manos A todo el
mundo le puedes contar de Fernando Rivera Flores, en efecto padre de Juan, y de quien
ya perdí el número de libros de novelas y cuentos que le han editado diferentes
editoriales desde aquel Mi más sentido pésame de los ochentas y más tarde Hasta que la
muerte no-se-pare.
Fernando Rivera ha sido prolífico como escritor y su obra tiene calidad y si es no fuera
suficiente en su trayectoria literaria, su hijo al igual que él pachuqueño es hoy reconocido
en España como una realidad y su reciente novela Terciopelo fue reconocida como uno de
los eventos literarios más sobresalientes por críticos y especialistas de aquel país, además
de que su edición fue a nivel nacional.
Pero no sólo tienen en común sus lazos sanguíneos, su gusto por la literatura y la calidad
de sus obras, aunque ahora el hijo supera al padre, lo que Fernando transpira le llena de
orgullo, también ambos son ignorados por la Secretaría de Cultura y su titular Neyda
Naranjo Baltazar, que ni siquiera atiende el slogan del gobierno estatal: Hidalgo será
Potencia.
Tal vez la idea es que esto sólo aplica al desarrollo económico o al fútbol no a todas las
áreas que darían una imagen integral del proyecto de gobierno y cambio de régimen de
Julio Menchaca Salazar, porque ninguno de ellos y muchos más creadores que en este
caso destacan en las letras para presentar y difundir su obra, para demostrar que Hidalgo
también es potencia en la cultura y las artes.
El descuido por menosprecio o ignorancia de Naranjo Baltazar no es exclusivo de los
Rivera, es generalizado, las criticas hacía la titular de la Secretaría de Cultura, se centran
en su título profesional de nutrióloga, que no es impedimento para hacer un buen trabajo,
solo se requeriría empatía y sensibilidad, pero no la hay. Dos botones de muestra.
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