Alberto Witvrun.-Han transcurrido tres décadas desde que fue creado el Instituto Hidalguense de la Cultura (IHC) que un sexenio después se convertiría en Consejo Estatal para la Cultura y la Artes (Ceculta), en la anterior administración la sumaron para formar la Secretaría de Turismo y Cultura y en la actual le dieron el nivel de secretaría, lo que se entendió como una señal del Ejecutivo de que se impulsaría las actividades artísticas que buena falta le hacen al estado.
Pero no, y se mantiene el sexenio de Adolfo Lugo Verduzco como el único que le dio la importancia que merece este sector, baste recordar El Otoño Cultural y La Primavera Cultural presentándose en el desaparecido auditorio del estado espectáculos de calidad al mismo tiempo que se respaldaron a grupos y artísticos locales, que hicieron rápido olvidar al desafortunado nombramiento del yucateco Jorge Esma Bazán como su primer director.
Porque no solo fue el apoyo a la actividad artística cultural, se remodelaron los teatros San Francisco y Efrén Rebolledo hoy Guillermo Romo, dotándoles de tramoyas, que 30 años después a pesar de la falta de mantenimiento siguen funcionando, aunque ahora con poca actividad y algunos eventos musicales comerciales.
Las gestiones posterior de Lourdes Parga Mateos y Ana María Prado Gutiérrez fueron destacadas, lo mismo que el breve paso del escritor Agustín Ramos, de ahí en fuera la actividad cultural en Hidalgo ha pasado de noche incluso la segunda etapa de Parga Mateos y las gestiones de Miguel Ángel Islas Chío y José Vergara Vergara, este último con el problema de que era solo una extensión de Turismo.
Hoy a dos años de creada la Secretaría de Cultura, los resultados son magros y su titular envuelto en conflictos de orden administrativo que mantiene semiparalizada la actividad con un creciente malestar de los creadores y sin ofrecer una alternativa cultural seria que incluso pudiera contribuir a la economía estatal atrayendo al importante mercado metropolitano.