Alberto Witvrun.-Sin escrúpulos ni respeto para su alma mater, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) de la que apoderó en 1982, el presidente del Patronato Universitario, Gerardo Sosa Castelán no dudo en usar a sus peones en San Lázaro y dejar en un papel decorativo al rector, para justificar el origen de los 151 millones de dólares que fueron congelados por la Unidad de Investigación Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda.
La soberbia de saberse dueño y señor de la UAEH, lo hizo vulnerar su principal bandera: la autonomía, al ponerla al servicio de un partido político, sin percatarse que abrió una herida entre académicos y empleados jubilados, que reciben míseras pensiones o de plano se las niegan, mientras Gerardo Sosa, maneja discrecionalmente un fondo de más de 3 mil millones de pesos, formado con sus cuotas.
Caso significativo es Reyna Ocaña Vázquez, despedida por enfermarse debido a que los laboratorios en los que trabajó toda su vida académica, no contaban con las medidas de seguridad y, los profesores de medio tiempo que devengaban un salario superior a los 9 mil pesos mensuales, recibe de pensión de apenas 3 mil 200 pesos y quienes cubrían 2 horas de mil 500 pesos.
Esto lo consigue la UAEH mediante convenios leoninos o amenazas incluso de muerte como en el caso de Ocaña Vázquez; lo que permite el Sindicato de Personal Académico (SPAUAEH) que dirigía la diputada Lidia García, lo que obliga a muchos académicos a seguir laborando porque, Gerardo Sosa concede (si quiere) la jubilación solo a quien reúne dos requisitos: 30 años de servicio y 60 años de edad, lo que representa una explotación académica e intelectual.
Así que las diputadas Lidia García, María Isabel Alfaro y Janet Téllez, además de Cipriano Charrez a quien Gerardo Sosa, brindó asesoría jurídica para evadir hasta el momento el proceso por la muerte de una persona en el accidente vial en el que está involucrado, le armaron el tinglado morenista, donde sin pudor se mostró como el único y verdadero poder en la UAEH, dejando en un plano decorativo al rector Adolfo Pontigo Loyola.
Las legisladoras, no podían hacer otra cosa que obedecer a su jefe político, que mediante negociación con el secretario de Organización de Morena Gabriel García Hernández, que tuvo lugar en el restaurante Tiro Girault del Club de Tenis Universitario a cambio de no insistir en ser candidato al Senado en lugar de Julio Menchaca Salazar, pidió nueve candidaturas a diputados locales y tres federales a cambio de “Lana, 56 mil alumnos y 7 mil académicos”.