Alberto Witvrun.-Con formación y trabajo sindicalista cooperativista Ricardo Raúl Baptista González sorprendió en 1997 al ganar postulado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) la presidencia municipal de Tula de Allende al priista Jorge Salgado, cuando estaba en su mejor momento el gobierno de Jesús Murillo Karam y con atención especial a esa región por la confrontación en el Revolucionario Institucional (PRI) entre la clase política local y el todavía poderoso sindicato petrolero.
Su administración tuvo buenos resultados, a pesar de ello, en la elección siguiente el PRI con José Guadalupe Rodríguez recuperó el ayuntamiento, pero se mantuvo como principal activo del sol azteca, hasta que el ingreso de José Guadarrama Márquez al PRD, quien se dedicó a obstruir su trabajo político junto al grupo de Tezontepec de Aldama de Luciano Cornejo Barrera y Pedro Porras Pérez, que también abandonaron las filas perredistas.
Caminó como director técnico de la Asociación de Autoridades Locales de México, asesor en el Senado y la Cámara de Diputados y antes contribuyó al triunfo del PRD en Ecatepec de Morelos, llevando al ayuntamiento a José Luis Gutiérrez Cureño, en 2006, hasta que hace poco más de tres años se incorporó al campus Tlahuelilpan de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), como una alternativa académica que generó un acercamiento con Gerardo Sosa Castelán.
Baptista González, está bien identificado por el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador y las corrientes realmente progresistas, formadas en la izquierda de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) pero no hay duda que formó parte del paquete de candidaturas negociadas por el presidente del Patronato Universitario, aunque en condiciones diferentes al resto de los ahora legisladores locales y federales del Corporativo Grupo Sosa.
Su llegada a la coordinación de la bancada morenista de la 64 Legislatura local y por consecuencia a la presidencia de la Junta de Coordinación, si bien obedeció a una coyuntural negociación a nivel central, tras la confrontación de Gerardo Sosa con el Ejecutivo estatal, se consolidó con la intervención de actores como Zoe Robeldo Aburto y Mario Delgado Carrillo, que consideraron su experiencia, pero sobretodo su histórico compromiso y convicciones con el cambio.
Su acercamiento a diferentes corrientes de Morena, con sus “polémicos” nombramientos confirman que no opera para un grupo en particular, que sin traiciones es institucional y que su papel puede ser factor de equilibrios al interior del movimiento, que aún no es partido y que carece de articulación y estructura, para enfrentar los procesos próximos procesos electorales.