Por Rogelio Hernández López
No tiene el mismo valor que durante años un humilde reportero haya insistido a sus colegas mexicanos
qué hacer periodismo sin respetar la mínima ética profesional destruye la credibilidad, no solo de ellos
sino de la profesión, a que esto mismo lo confirme en 2022, con sus palabras, un veterano exdirector de un
sistema global de periódicos:
“estamos viviendo en una inundación de noticias falsas, de demolición interesada de todos los valores
profesionales del periodismo (…) No respalden nunca con su firma, con su nombre, algo que no sepan
fehacientemente que es verdadero… Frente a la basura, la excelencia. Que su nombre se asocie a la
decencia periodística”.
Ignoro la cantidad de periodistas mexicanos que sentirán la misma congoja cuando lean esta advertencia u
concluyan que también en México son demasiados nuestros medios y colegas que tuercen
intencionalmente la información y opinan con verdades a medias, sin considerar que eso causa
desconfianza permanente en los públicos y que se ha convertido en la otra gran causa de las crisis del
periodismo en el mundo, tal como lo ilustró hace unos días el reconocido periodista y catedrático español
Javier Moreno Barber.
Moreno Barber ofreció un discurso –más bien charla libre– el 18 de noviembre a una treintena de
graduados del XII diplomado de periodismo del Instituto Tecnológico de Monterrey patrocinado por el
corporativo FEMSA (Fomento Económico Mexicano S.A.). Él es Director de la Escuela de Periodismo de
la Universidad Autónoma de Madrid y durante 30 años fue reportero, editor y directivo en varias áreas de
la empresa periodística global, El País, hasta llegar a ser Director General.
Otra causa de las crisis
En la transcripción completa de su intervención se lee, desde el inicio, su trayectoria que él reseñó para
ilustrar las crisis del periodismo en el mundo:
“En estos 30 años he vivido en primera línea las vicisitudes que han azotado a los medios de
comunicación, a los periodistas y al oficio en sí. La desaparición de los modelos de negocio tradicional, la
irrupción de internet, las plataformas, las redes sociales y la transformación profunda que a consecuencia
de ella ha sufrido el paisaje de la comunicación. Todos estos partos han sido dolorosos: Medios de
comunicación que han desaparecido, ingresos publicitarios que se han esfumado.”
“ (…) Decenas de miles de periodistas en todo el mundo que perdieron su trabajo en aquellos años, la
precarización tanto en salario como en condiciones o de aquellos que ingresaron a la profesión desde
entonces…
“Pero durante este largo proceso de adaptación a las nuevas exigencias académicas y nuevo modelo de
negocio creo que dimos por sentado algo que no deberíamos de haber dado por sentado porque constituye
el eje fundamental sobre el que se erige el oficio fundamental del periodista: la confianza de los
ciudadanos.”
“Nos han sobrado discursos triunfalistas. Hemos presumido de los millones de lectores o espectadores,
radioyentes que acuden a nuestros medios, descargan nuestros pódcast, descargan nuestras noticias, pero
con toda seguridad no le pusimos tanta atención a cuánta confianza nos tenían los ciudadanos.
“Y esa confianza en los medios de comunicación se está desplomando de forma vertiginosa en todo el
mundo. Hay muchos informes, pero hay uno del Instituto Reuters, de cuyo consejo asesor soy miembro,
que dice en una medición en más de 44 países que menos de 4 de cada 10 personas, exactamente el 38 por
100, confían en lo que dicen los periodistas. En algunos de esos países la confianza cae a un ritmo de más
de dos dígitos.
“¿Cuál es la razón de que la confianza en el periodismo se esté evaporando?… “Hemos sido muy poco
autocríticos”
“En los últimos 20 años, y yo comencé a dirigir el país en 2006, los periodistas hemos culpado de nuestras
dificultades a los buscadores en web, que arruinaban nuestro modelo de negocio y nos robaban los
ingresos publicitarios. Como si los ingresos publicitarios fueran nuestros a perpetuidad o como si los
hubiéramos heredado y nadie pudiera venir a competir por ellos. Hemos culpado a las plataformas
digitales, hemos culpado a las redes sociales, hemos culpado al periodismo ciudadano cuando apareció el
concepto. Por cierto, ¿alguien habla ahora o se acuerda mucho del periodismo ciudadano? Básicamente
hemos culpado a los otros, pero nunca hemos querido hablar de nuestra parte de culpa en el desastre
actual.
“Todo mundo sabe que todos los cirujanos se desinfectan siempre antes de cualquier operación, en
cualquier parte del mundo, los periodistas no. Hemos cometido errores, todo el mundo comete errores,
pero nosotros no hemos reconocido colectivamente nuestros pecados. Y me temo que seguimos en esa
inercia. Hemos jugado con los hechos, hemos jugado con los datos, hemos jugado con fuego, hemos
contado verdades a medias. Y hemos sido muy poco autocríticos.”
En la larga charla el veterano periodista expuso varios casos de periodistas que torcieron intencionalmente
los hechos, incluso contra él mismo, para poder concluir que las malas prácticas ocurren en todos los
países:
“Los desafueros y los desatinos, las campañas orquestadas de los periódicos contra algo, contra alguien.
Las noticias interesadas. Los intereses ocultos. Las vanidades de los periodistas. Las vanidades de los
dueños de los medios de comunicación. Los intereses ocultos y no tan ocultos de los dueños de los medios
de comunicación. Los intereses ocultos y no ocultos de los propios periodistas. La soberbia de todos.!”
Javier Moreno Barber también reflexionó ampliamente que la confianza de la sociedad a los medios y
periodistas otorga un poder inmenso, pero que no se actuado con responsabilidad:
“…sabemos que de ese poder se ha abusado durante décadas, cada vez con más descaro, cada vez menos
censura social, con el desparpajo y el envalentonamiento que proporciona saberse arropado por un sistema
de publicación y distribución en el que las barreras tradicionales, las señales de aviso, las alertas de
peligro, la sanción social, la sanción judicial, han quedado desmontadas, obsoletas, inservibles. Añadan a
todo lo anterior el turbomix de las redes sociales, la transmisión inmediata, sin intermediarios. Añadan las
dosis de esteroides que inyectan los números, miles de decenas de miles de millones de mensajes casi de
forma instantánea, y el resultado es el desolador paisaje en el que nos encontramos. Pero no lo ha creado
la tecnología, lo hemos creado nosotros. Es la naturaleza del ser humano, la tecnología solamente la
magnífica.”
Se confirma en México
El distanciamiento social con los medios de prensa y el periodismo también ha ocurrido en México por
causas similares.
El Instituto Reuters que citó el veterano periodista español presentó su informe global el mes de junio
reciente sobre la confianza en las noticias digitales en empresas periodísticas de 46 países (Digital News
Report).
En sus hallazgos informó que en México, la confianza en las noticias en los medios convencionales fue de
49 por ciento en 2017, cayó al 37 por ciento en 2021 y fue igual en 2022. Seis personas de cada diez no
confían en los medios mexicanos. La misma proporción que, en contraste, sí acepta la gestión de cuatro
años de López Obrador.
Pero las malas prácticas de desinformar deliberadamente con verdades a media o falsedades como causas
del distanciamiento no se iniciaron en México con el actual gobierno federal, aunque si se han exacerbado.
Son un mal viejo.
Por lo menos desde 2008, comenzaron las advertencias de organizaciones de periodistas y académicos, de
la invasión en Internet de las llamadas “fake news” porque ejércitos de mercenarios utilizaban
procedimientos digitales para robotizar la difusión de propaganda y denuestos contra personas, corrientes
políticas o gobiernos. Muchos medios de prensa y periodistas comenzaron a copiarlos en lugar de
atajarles.
En 2016 el Congreso Mundial de Noticias realizado en Cartagena, Colombia los editores concurrentes ya
alertaban la necesidad de reconstruir la confianza en el periodismo profesional ante “la realidad actual
donde la información falsa y distorsionada es compartida con facilidad…”
Pero en México prosiguió. Por ejemplo en marzo de 2017 circularon en medios convencionales, por un
lado un video, perversamente editado, para dañar a un profesor de preparatoria en Jalisco, también circuló
profusamente en varios medios comerciales el rumor de la muerte de Carmen Aristegui y otras falsedades
que simulaban ser noticias.
Y esas malas prácticas empeoraron en nuestro país. Los indicadores más recurrentes se presentan cada
semana en las conferencias de prensa matutinas de la Presidencia de la República.
Uno de los casos más sonados se divulgó el 22 de junio de 2022. El agrupamiento observador de medios
llamado “Tlatelolco Lab” denunció mentiras y las formas que permitieron hacer una vasta campaña
opositora
El grupo de expertos identificó cuatro hashtags sin identidad comprobable que fueron base de ráfagas de
retuits, que asociaban la palabra “narco” con “gobierno”, “presidente”, “AMLO” y “Morena”. Eso sirvió
para que más de 30 opinadores o columnistas, colocaran el tema en sus espacios de opinión pero con puras
inferencias y sin evidencias concretas.
Los casos semanales más recientes también fueron exhibidos en Palacio Nacional el 16 de noviembre. Se
mostraron tres de esas “noticias” creadas en tan solo una semana, aparte de “análisis” poco sustentados
sobre las presuntas intenciones de desaparecer al Instituto Nacional Electoral. Las tres mentiras fueron
obvias:
Un video viejo editado para aparecer como actual en el que pasajeros increpan al presidente en un avión,
pero donde él no aparece.
Fotografías tomadas en el aeropuerto Felipe Ángeles con noticias y comentarios en redes sociales de un
supuesto tianguis de piratería de ropa de mezclilla pirata en sus pasillos, pero lo que se había instalado fue
la Expo Feria de Mezclilla del municipio de Nextlalpán y en la zona comercial del Edificio Nacional de
Pasajeros.
La afirmación de Guillermo Sesma de que el gobierno fabricó una contingencia ambiental al aumentar
deliberadamente la producción de combustóleo en la refinería de Tula para que se frenara la circulación de
autos en la Ciudad de México y así sabotear la marcha en defensa del INE.
Y así cada semana.
Recuperar valores del periodismo
A este veterano reportero lo lastima todos los días ver ese tipo de informaciones y de columnas de viejos
colegas, amigos apreciados, que aunque pocos fueron ejemplares durante décadas por su rigor profesional
y valentía para informar de temas vedados; esos colegas y amigos que por su presencia y prácticas fueron
entonces ejemplos para que se pudiera escribir en 1999 el primer Manual de supervivencia en los medios
comerciales (Solo para Periodistas, Edit. Unios-Grijalbo) en donde se advertía la descomposición de las
prácticas periodísticas: “El Equilibrio social al mercantilismo de la prensa no provendrá solo de nuevas
leyes sino de los medios y periodistas más profesionales”.
Es claro que no tiene el mismo valor que las recomendaciones éticas provengan de un humilde reportero
que de un veterano director un medio global.
Pero eso hago mías las recomendaciones de Javier Moreno Barber para que mis amigos extraviados
recuperen las bases deontológicas del periodismo, eludan la autoidolatría y las presiones del mercado:
“que su nombre se asocie a la decencia periodística. Y no olviden nunca al lector, al oyente, al espectador,
al ciudadano, ellos son la fuente de nuestro compromiso.”
Nota.- La charla completa se puede leer en https://aldeadeperiodistas.com/que-su-nombre-se-asocie-a-la-decencia-periodistica-
dice-el-periodista-javier-moreno-barber/?fbclid=IwAR02R0Pjcshyi-1RUd2AAwE-PxSEMOhzncjdjxlEv6oTfuBZzav-ufwsRY8