Familiares del ex policía que mató a un joven en el bar Silvana, se encadenaron el Zócalo de la Ciudad de México para pedir que investiguen las supuestas condiciones inhumanas en el penal de Pachuca.
A temprana hora la señora Patricia Martínez madre del detenido llegó, acompañada de familiares y amigos, quienes portaban lonas con la foto del inculpado, que asegura es inocente.
Indicó que Juan Carlos Monroy Martínez, de 32 años, fue acusado de homicidio por lo que ingreso al CERESO donde los abusos y extorsiones hacia los presos, se ha vuelto una constante y una mina de oro.
Al tiempo en que se encadenaba con otros familiares frente a la puerta Mariana de Palacio Nacional, explicó que su hijo ha sido víctima del robo de sus medicamentos y de la insulina que a diario debe suministrarse por la diabetes que padece.
“Esta en las peores condiciones porque el necesita medicina para continuar con su proceso de recuperación por un trasplante de riñón.
“Necesita la insulina, la cual le rompieron, es diabético juvenil desde los 13 años; el ya sufrió un coma y está perdiendo la vista y le están haciendo varias vejaciones para que no tome sus medicamentos”, apuntó.
Destacó que a un mes estar preso en dicho penal, cada día ha sido un infierno que es invisible para autoridades estatales y de derechos humanos.
Las quejas interpuestas ante el órgano defensor de los derechos de las personas y ante las autoridades penitenciarias sólo son “llamados a misa” que nadie toma en cuenta y los problemas de corrupción y violencia, persisten sin que nadie ponga punto final.
Patricia Martínez puso como ejemplo de la indiferencia de las autoridades al señalar que en algunas celdas se han detectado plagas de chinches, y nadie hace lo suficiente por resolverlo.
“Está todo picoteado de chinche, las ronchas se le han infectado y el riesgo de una persona diabética con estas infecciones tiene consecuencias fatales.
“Se metieron a su celda, lo hincaron, lo golpearon y le tomaron fotografías desnudo y después las subieron a las redes sociales”, destacó.
La mujer apeló a la conciencia del primer mandatario para frenar y acabar con el terror que vive no sólo su hijo sino cientos de internos en el penal de Pachuca de Soto, por lo que las cadenas en su cuerpo simbolizan la tritura que a diario se vive en centro de reclusión.
Por Juan Manuel Pérez