Alberto Witvrun.-El nuevo incremento al precio de las gasolinas, bajo el argumento gubernamental de que es por el porcentaje de la inflación, lo sucedió la lucha contra el robo de hidrocarburos en sus modalidades de Huachicol y Cuello Blanco y, la mezcla de ambos de acuerdo a las versiones presidenciales, lo que hace recordar el viejo anunció radiofónico de calcomanías Toronto.
Por arriba, por abajo, pegan por todos lados, decía el comercial setentero, lo que hoy aplica a esta ilícita actividad, a la que el gobierno combate con todas sus fuerzas aunque de forma controversial, lo que también hace recordar la declaración de guerra al narcotráfico de Felipe Calderón Hinojosa, porque nadie vio a narcotraficante alguno salir huyendo del país, por el contrario.
Ahora Andrés Manuel López Obrador, dijo que a ver quién se cansa, los huachicoleros o su gobierno, bajo esa tesis, será difícil que quienes se dedican a esa actividad se agoten; pero si pueden pasar de la “ordeña” a robar pipas en carreteras, lo que incrementaría la inseguridad del país, por lo pronto sus acciones contra el Huachicol, perjudica a la población de ocho estados.
Suspender el suministro a través de ductos, no es lo mejor para combatir su robo, porque distribuir combustibles por carretera aumenta su costo; en medio de todo la incongruencia en esta necesaria lucha contra esta actividad que le quita a la Nación 60 mil millones de pesos anuales, es que sí el Huachicol se operaba desde la Torre de Pemex, pero no se sabe de una sola denuncia y menos de responsable.
Lo que concluye que el grave problema de México, no es la corrupción, es la impunidad que reina en el proceso de transformación, por todos los perdones concedidos por el presidente López Obrador y su voluntad de no perder el tiempo castigando a los corruptos neoliberales, responsables según su discurso de todos los males del país.