Alberto Witvrun.-El joven empresario Víctor Fernel Guzmán Arvizu, hizo todo lo posible por ser postulado candidato a diputado local por el distrito de San Felipe Orizatlán de donde es originaria su familia materna; su formación profesional lo convirtió en interesante opción por encima del trabajo y trayectoria política de por lo menos otros dos aspirantes con intenso trabajo de tierra a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los dos triunfos consecutivos del PRI: el de Adela Pérez Espinoza único hace tres años en la elección de diputados locales y federales y, el del 18 de octubre de 2020 de Erika Saab Lara en la de ayuntamientos, además de los obtenidos en Yahualica y Huazalingo junto a la importante recuperación en Tlanchinol y Atlapexco, daban las condiciones para un nuevo triunfo priista.
Pero la combinación de inexperiencia, soberbia y futurismo fueron un coctel letal para quien aseguraba iniciaba una importante carrera política, que superaría la de su tío abuelo Orlando Arvizu Lara varias veces diputado federal, Senador de la República que aspiró a la gubernatura del estado; así que a pesar de tener todo en charola de plata, acabó antes de empezar su carrera en la política.
Menospreció estructuras que construyeron los triunfos y presumió crear nuevas para ponerlas al servicio del candidato a gobernador de quien se dijo “avanzada” en la Huasteca, finalmente solo fabricó su derrota; semanas después de fiesta en una playa mostró su inmadurez al pedirle a su “asesor político” opinión sobre el resultado electoral quien contestó en medio de carcajadas: “No perdimos…nos ganaron”.
Con la distribución de diputaciones plurinominales del Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH) que entregó 7 a Morena y cinco al PRI, alguien le hizo creer que podía impugnar y ocupar la curul de Juan de Dios Pontigo Loyola como segundo lugar más votado, e interpuso un recurso, pero le corrigieron la plana y como diría su “asesor político”: No se desistió…lo desistieron.