Ixmiquilpan.- Volvieron a surgir las inconformidades ciudadanas, en el transcurso de este miércoles, porque el alcalde, Pascual Charrez Pedraza, ha mantenido en completo abandono la zona centro de la cabecera municipal, aun en la recta final de su administración, pero por lo contrario este mismo día ordenó el inició de obras de pavimentación en la comunidad de Villa de la Paz, de la cual es oriundo y avecindado.
Al respecto, miembros del Comité de Conservación del Centro Histórico reprobaron el hecho de que el ayuntamiento ni siquiera ha mandado reparar o recubrir la serie de baches y hoyancos, que proliferan desde hace ya un par de años en los pasos vehiculares de los alrededores de la Plaza Juárez, avenida Felipe Ángeles y calles contiguas a la presidencia municipal, lo que les representa “un mero acto de omisión e irresponsabilidad”.
Inclusive recordaron que han sido múltiples las solicitudes ante el alcalde, mediante escritos y a través de las redes sociales, para que por lo menos se realicen labores de rehabilitación de las calles del Centro Histórico, así como para frenar el comercio ambulante, mismo que ha mantenido invadidos los portales, aún en el actual periodo de la pandemia, y desde que comenzó la administración municipal, a la que restan no más de dos meses.
Además, los inconformes señalaron que no están en contra del desarrollo de las comunidades y menos de aquellas donde se tienen más necesidades sociales, pero reprobaron el hecho de que Pascual Charrez vea primero por sus intereses personales y grupales, al tratar de quedar bien con sus seguidores y vecinos, en este caso de la comunidad de Villa de la Paz, donde este día dio el banderazo de una pavimentación asfáltica.
Dicho sea de paso, durante su visita a su terruño, Pascual Charrez arribó acompañado de una veintena de servidores públicos, de diferentes áreas de la alcaldía, así como por algunos lugareños; encabezado por el alcalde, el contingente realizó una marcha por esa zona, para no variar, sin hacer caso a medidas sanitarias, como la sana distancia, aunque la mayoría sí portaba cubre-boca.
Por Arturo G. Alanis