Por Rogelio Hernández López
El reportero oaxaqueño Francisco J. Sánchez me incitó públicamente –el 22 de diciembre– a
plantear medidas factibles para mejorar la situación de la mayoría de periodistas mexicanos más
vulnerables en 2023. — ¿Por dónde empezamos? – inquirió el colega. Para él y decenas de
colegas que tienen la misma inquietud y disposición, humildemente les propongo pensar lo más
necesario para lograr el respeto y la seguridad que no tenemos y que necesita nuestro trabajo
cotidiano.
El primer propósito es tratar de hacer común, entre pares, una agenda principal. Una medida
efectiva para este fin sería encumbrar la tendencia organizativa que más ha madurado entre
cientos de nosotros: las redes locales y organismos de ayuda mutua y de autoprotección ya
existentes en casi todo el país.
El nivel siguiente de esa maduración podría ser convocarnos a un coloquio nacional para crear
una red de redes de autoprotección y periodismo alternativo sobre la base de una agenda de siete
elementos en dos vías simultáneas:
Para el Estado
Una vía, es para que todas las instancias del Estado realmente respeten, protejan y auspicien esta
actividad profesional. Las medidas mínimas serían:
- Contra la impunidad (reformas a los códigos penales y de procedimientos penales para
aumentar las penas a quienes agredan a periodistas y para que las fiscalías actúen verdaderamente
y de lo contrario se sancionen sus omisiones) - Protección preventiva y nacional (incidir para que en 2023 el Congreso de la Unión apruebe
una ley general que obligue a todas las entidades federativas a cumplir con su obligación de
proteger cautelarmente y para que el Mecanismo federal promueva políticas públicas de
prevención integral que den fortalezas al periodismo de responsabilidad social). - Abatir la precariedad laboral y profesional (incidir para que el Congreso de la Unión
apruebe una adición a la Ley Federal del Trabajo que incorpore un capítulo del trabajo especial
de periodista que reconozca al menos 9 derechos para el ejercicio que incluyan pagos y
prestaciones profesionales, la libertad de conciencia, protección de las empresas en misiones de
riesgo, acceso a la salud, capacitación continua, de sindicalización libre y otros). - Impulsar empresas sociales de prensa (incidir para que las dependencias federales y estatales
reglamenten esa figura para facilitar el financiamiento y operación de empresas pequeñas de
periodistas profesionales no lucrativas que acepten hacer periodismo de responsabilidad social
con códigos editoriales o de ética y que reinviertan sus utilidades en capacitación y mejora de
inventarios).
Para periodistas
La segunda vía, de gestión simultánea, compete a quienes ejercen el periodismo y sienten la
vocación de mejorar personal y profesionalmente. Esta ruta debería incluir medidas tanto para
autoprotección, autoempleo y para conseguir estima y respeto social:
- Fortalecer a medios alternativos (Promover investigaciones conjuntas entre medios
pequeños con medios públicos y comunitarios con temas y enfoques que no atienden las grandes
empresas convencionales. Estimular alianzas permanentes de este tipo de medios con empresas y
organizaciones productivas, comerciales y sociales de alcance local o estatal donde se les
reconozca como fuentes informativas permanentes y ellas patrocinen investigaciones y otros
trabajos periodísticos). - Rescatar la responsabilidad social (promover cursos, coloquios, talleres, mejoras de planes
de estudios y otras acciones vinculadas a universidades para que el ejercicio cotidiano del
periodismo rescate las bases de métodos y técnicas profesionales para informar con criterios de
cercanía a las comunidades, respeto a los derechos humanos, a la paz y para eludir los mensajes y
campañas de odio así como la degradación informativa en redes sociales). - Estimular la coordinación gremial y profesional (promover la inserción de medidas
comunes de autoprotección, de incidencia ante el Estado, de capacitación continua y de ayuda
mutua y solidaridad en las agendas de todo tipo de organizaciones de periodistas que lo acepten,
incluso con las que existen y no tienen la mínima práctica de la solidaridad, como grupos por
fuentes informativas, decenas de asociaciones convencionales en los estados, colegios; también
clubes, federaciones y otras).
Al referir que esta agenda es deseable y posible para periodistas vulnerables se entiende que es
para la mayor parte de mujeres y hombres que laboran diariamente en la precariedad, el
subempleo, el riesgo y la desestima social. De las 44 mil 364 personas que trabajan como
periodistas, según el INEGI, solo una proporción muy baja ha logrado encumbrarse y es
domeñada por ese individualismo que lindera con la fatuidad.
Este veterano reportero pone toda su disposición a las y los colegas que se interesen en platicar,
discutir y enriquecer esta posible agenda común y hasta para considerar su participación en la
convocatoria y organización del coloquio nacional de redes y organismos de periodismo
alternativo. El contacto es: [email protected]