Alberto Witvrun.- De aplicarse la lógica política en el conflicto en la Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo (UAEH) por los desplantes y soberbia de autoridades y jefatura política, no
transcurrirá mucho tiempo sin que se altere la composición del Clan Sosa lo que se
reflejará en la estructura burocrática de la institución educativa que en los últimos 41 años
ha sido fuente de poder y moneda de cambio para obtener posiciones políticas.
La dimisión de María Teresa Paulín Ríos a la dirección del Instituto de Artes que generó el
movimiento RebelArte extendido a todos los campus, convertido en paro y
manifestaciones de rechazo al rector Octavio Castillo Acosta y al presidente del Consejo
Estudiantil Universitario del Estado de Hidalgo (CEUEH), Esteban Rodríguez Dávila, hablan
de un conclave en Valle de Cáceres en San Javier, con vencedores y vencidos.
Secreto a voces en pasillos universitarios es que el secretario general del Sindicato de
Personal Académico (SPAUAEH) Agustín Sosa Castelán y la titular del Patronato
Universitario Lydia García Anaya, no vieron con buenos ojos la decisión de su jefe Gerardo
Sosa Castelán de hacer rector a Octavio Castillo Acosta y limitarlos políticamente al
interior y exterior de la universidad.
Además, reprueban el crecimiento de los hermanos Leines Medecigo, Julio César como
secretario general de la UAEH y Osiris como coordinador de la 65 Legislatura y próximo
dirigente de la franquicia Partido del Trabajo (PT), por ello, ambos desplazados lanzan
leños al fuego, iniciado por los alumnos del IA y cruzan dedos porque Octavio Castillo, no
vea reparada la Garza de la fuente del Edificio Central.
La renuncia de Paulín Ríos, no se debe a ellos, Gerardo Sosa, teme las consecuencias de
que se llegue a la intermediación del gobernador Julio Menchaca Salazar para poner fin al
conflicto, porque el clan pagaría un alto precio, más cuando se equivocó al apoyar con
todo a Adán Augusto López Hernández.