Alberto Witvrun.-En sus arranques de ira el presidente del Patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) Gerardo Sosa Castelán al ser enterado del bloqueo primero de seis y luego de 224 cuentas bancarias, trató de buscar de dónde venían lo que considero ataques ni siquiera para la institución sino directos a él; inicialmente culpó al gobernador, cuando se dio cuenta que no era así, de su cajón de los recuerdos le vino el nombre de su histórico enemigo +Arturo Herrera Cabañas.
El Cherokee, como se le conoció de sus épocas preparatorianas, fue un hombre combativo, bravo como estudiante pero gustoso de la lectura y la historia que falleció en un accidente aéreo en Huejutla en mayo de 1993, fue director del Archivo Histórico y miembro del Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas, A.C. que reunía a estudiosos de diferentes corrientes, pero críticos y progresistas.
Esta postura que compartía con su esposa la doctora Irma Eugenia Gutiérrez, estudiosa e investigadora forjada en la academia en la Universidad de Guerrero; los llevó a reprobar públicamente el apoderamiento del grupo porril de Gerardo Sosa de la UAEH en 1982 luego de una ola de violencia interna que luego extendieron para convertirse en un grupo político priista.
Herrera Cabañas y Eugenia Gutiérrez, formaban parte de un grupo de entrañables amigos desde jóvenes junto con el periodista +Miguel Ángel Granados Chapa, Rubén Contreras, Alfredo Rivera Flores; así que los años ochenta cuando la violencia porril, fue el instrumento para avanzar en la política y esto ocupó repetidamente la columna Plaza Pública de Granados Chapa, Gerardo Sosa, simplemente los culpaba a ellos.
Así que fue fácil, culpar al subsecretario de Hacienda Arturo Herrera Gutiérrez, que apenas terminó el bachillerato en la Prepa 1, emigró a estudiar a la capital del país, uno de los tres hijos de quienes fueron sus históricos críticos, por cierto el menor de ellos Yuri, que vive en el extranjero resultó un buen escritor con varios libros editados, pero nada más alejado de la realidad, aunque se notó que al jefe del Clan Sosa, le persiguen sus fantasmas del pasado.
Al pedir en panfletos su destitución culpándolo del congelamiento de cuentas, en estas altas temperaturas políticas que algunos padecen, no faltó quien lo ubicó con aspiraciones de gobernar Hidalgo, algo que por su formación y trayectoria tal vez no había contemplado, pero ya entrados en gastos, como en los viejos tiempos, bastaba tener un cargo en el gobierno federal para ser considerado cardenal.
Todavía durante el 150 aniversario del Congreso, le enviaron a una preocupada universitaria a preguntarle a Herrera Gutiérrez sobre el tema, cuando todavía tenía dudas, que hoy son claras para calmar su delirio de persecución: la medida de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) se originó de una alerta internacional y de no aclarar el origen licito de los recursos, nadie ni nada lo salvará de un proceso penal, aunque por las filtraciones parece que no sucederá.