Alberto Witvrun.- El cese de Miguel Elías Fernández Chequer como director general de Transporte
Convencional producto de diferencias personales con la secretaría de Movilidad y
Transporte, no por su incapacidad que sumió en la anarquía a esa área en los dos últimos
dos años, le viene bien a Lyzbeth Robles Gutiérrez, que ahora tiene como justificar el caos
en ese sistema que presta millón y medio de servicios diarios en todo el estado.
Fernández Chequer que llegó con señalamientos de corrupción cuando se desempeño en
este cargo en el vecino Puebla, dejó perder la aplicación de Taxi Contigo, no efectuó
estudios ni consulta para establecer tarifas reales, lo que provocó que el servicio en las
zonas urbanas y metropolitanas se cobre al libre albedrio del operador y que ningún
usuario conozca cual es la “dejada” mínima, la última fue de 45 pesos.
Los concesionarios acusaron burocracia en toda clase de trámites, desde la obtención del
tarjetón para el operador hasta la señalética particularmente de las rutas de transporte
colectivo, además ahora se presta servicio de población a población sin regulación ni
medidas de seguridad para el pasajero ni para los propios operadores, en suma, la
anarquía domina el transporte convencional.
Al interior de esa dirección general, el personal era obligado a cubrir horarios especiales
sin retribución alguna y con beneficios especiales sólo para el círculo de Elías Fernández,
que estaba más abocado a su carrera de sommelier profesional que a sus
responsabilidades en el Transporte Convencional, hasta que empezó a tener diferencias
con la secretaria Robles Gutiérrez.
El pretexto ahora termina de confirmarse el arribo de José Antonio Pérez Sánchez, que en
la estructura de la Semot aparece como director general de Movilidad área por cierto
completamente inmóvil al fracasar el único proyecto que fue la Ciclovía de Avenida
Madero, pero que en la practica es o era el responsable de Planeación y persona cercana a
la secretaria.
