Alberto Witvrun.-A cincuenta y cinco meses del llamado Viernes Negro del 18 de Enero de 2019 que enlutó a más de un centenar de familias de San Primitivo, Tlahuelilpan, al incendiarse una toma clandestina sobre un ducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) cuando los vecinos robaban combustible el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que se reforzará la vigilancia en Hidalgo donde se detectaron en las últimas semanas 81 “ordeñas”.
Hizo un llamado a ciudadanos y autoridades hidalguenses para combatir esta ilícita actividad por ser el estado donde más tomas clandestinas se han encontrado, lo que no quiere decir que en otros estados estén operado una cifra mayor a esta, pero que no ha sido descubiertas y se comprometió a emprender acciones que erradiquen esta ilícita actividad.
Todo indica, que sin quererlo aceptó tácitamente lo que ha negado recurrentemente: que el Huachicol no ha desaparecido, por el contrario, lo que representa una derrota para su gobierno que incluso generó escasez de combustible en el país, al supuestamente cerrar los ductos para evitar el robo y, el gobierno federal compró 500 pipas para distribuir hidrocarburos y normalizar el abasto.
Hoy en dos regiones de la entidad sus habitantes aseguran que cada una de las tomas clandestinas que se abren tienen dueño con nombre y apellido, pero nadie dice nombres, el miedo ya se transformó en temor, además de que esta actividad ilícita, reconocen alivia algo la difícil situación económica que se agravo por la emergencia sanitaria que produjo la pandemia.
Asó cómo creer el discurso oficial de que se combatió exitosamente el Huachicol, que además es responsabilidad directa y legal del gobierno federal, si en la entidad donde se ha registrado la peor tragedia por esta causa 137 muertos, la delincuencia organizada mantiene una fuerte actividad, simplemente la aceptación de que en Hidalgo se detectaron 81 tomas clandestinas, representa reconocer que fracaso la lucha del Gobierno Federal.