En un ambiente de incertidumbre y tensión, la organización Tauromaquia Mexicana, Capítulo Hidalgo, dejó claro que no se rendirán ante la propuesta de prohibir las corridas de toros en el estado.
Los miembros de esta organización, que incluyen a ganaderos, matadores y aficionados, se han unido para expresar su rechazo a la iniciativa que amenaza con borrar una tradición de siglos y, lo que es más grave según su perspectiva, es destruir millas de empleos en el proceso.
Los representantes de la tauromaquia no solo defendieron la preservación de la tradición, sino también el impacto económico que este espectáculo genera, pues señalaron que las casi 400 corridas que se realizan anualmente en Hidalgo generan alrededor de 8 mil 500 empleos directos e indirectos, entre los que se incluyen ganaderos, toreros, transportistas y vendedores.
Además, apuntaron que cada corrida involucra el sacrificio de aproximadamente 2 mil 400 toros, y advirtieron que, de aprobarse la prohibición, todo ese engranaje se desplomaría.
En respuesta a los argumentos de los activistas defensores de los derechos de los animales, quienes critican la violencia en la tauromaquia, los taurinos equipararon al toro bravo con un soldado que nace para morir, un ser cuya vida está destinada a un fin ceremonial en honor a la cultura.
Con esta comparación, buscan desmentir las acusaciones de maltrato y reafirmar su creencia en la dignidad del toro de lidia.
Aunque algunos legisladores han propuesto alternativas para transformar las corridas de toros en un espectáculo «sin violencia», la respuesta de los taurinos de Hidalgo fue clara: no están dispuestos a aceptar una versión diluida de su arte.
De hecho, expresan que están dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias para preservar las corridas tal y como las conocen, argumentando que hay estudios científicos que avalan que los toros de lidia no sufren antes ni durante la lidia.
Con la mirada puesta en los diputados locales, la organización taurina exige que se escuchen todos los puntos de vista antes de tomar una decisión que, aseguran, cambiaría para siempre el panorama cultural, social y económico de la región.
La batalla por la fiesta brava en Hidalgo está lejos de terminar, y la lucha por la supervivencia de este espectáculo no muestra signos de apagarse.