Alberto Witvrun.- En la década de los ochentas cuando los gobiernos de Guillermo Rossell de la Lama y Adolfo Lugo Verduzco manipulaban la información sobre lo que sucedía en la Huasteca para hacer pasar los conflictos agrarios y sociales donde se registraban muertos y heridos como pleitos de cantina u originados por el consumo de aguardiente, había en todos, un denominador común: la disputa por el sello.
Un pedazo de madera y goma, provocaban graves problemas porque representaba autoridad y poder, quien lo tenía, ordenaba, mandaba en la comunidad, porque no había solicitud, petición o denuncia que tuviera validez si no llevaba la impresión del sello de la delegación municipal y el titular el delegado era el único que lo podía utilizar, porque era, es parte de los usos y costumbres de los originarios.
Las circunstancias sociales y políticas en la Huasteca han cambiado, los amortiguadores sociales como el reparto agrario y la educación superior funcionaron en su momento, la marginación es menor, pero prevalece la pobreza y, el gran avance fue que la Huasteca dejó de teñirse de sangre, aunque el espíritu de lucha se mantiene con otras características.
De ahí la relevancia que tiene la capacidad de convocatoria del presidente municipal de Huejutla, para reunir a un millar de autoridades delegacionales comunitarias a rendir protesta y entregarles el sello, luego de un proceso donde sólo hubo una impugnación y fue resuelta sin mayor conflicto; pero no extrañó que sólo un ex presidente municipal asistiera, porque el más reciente está reprobado.
Pero también hubo autoridades que no asistieron, porque desconocen el valor del sello, porque si bien el Xantolo es la fiesta pagano religiosa más importante, la entrega del pedazo de madera y goma a los nuevos delegados da estabilidad social y autoridad y fuerza política a quien lo entrega.