Alberto Witvrun.-Hace cinco años en mayo de 2016 el gobierno de Francisco Olvera Ruiz filtró en los últimos días de las campañas para renovar ayuntamientos una encuesta donde su candidata y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por Pachuca Mirna Hernández Morales adelantaba por 6.3 puntos porcentuales a la del Partido Acción Nacional (PAN) Yolanda Tellería Beltrán.
Esa encuesta otorgaba 8.5 puntos a Antoni Mota candidato de Gerardo Sosa Castelán, postulado por Movimiento Ciudadano (MC) y 5.4 puntos al independiente Julio Menchaca; al final de la jornada electoral del primer domingo de julio de ese año, el triunfo por mucho fue para Tellería Beltrán, no por un intenso trabajo proselitista, sí por el pésimo gobierno calificado de corrupto de Eleazar García Sánchez.
Factor fueron los parquímetros y las duras críticas al sistema de transporte Tuzobus, variables que cambiaron desde el principio de las campañas, además de la división que prevalecía al interior del priismo y, desesperadamente “inventaron” las encuestas favorables para intentar cambiar la percepción ciudadana e instrumentar un fraude, ambas cosas que no pudieron realizar.
Este fenómeno de difundir encuestas poco creíbles se da al interior de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para incidir en la percepción de la militancia pero sobre todo de la cúpula nacional, sin embargo no consideran las variables y los acuerdos cupulares que serán quienes definan el perfil de quien será el candidato a gobernador del estado por el partido presidencial.
La insistencia en que tal o cual aspirante encabeza las encuestas y la ventaja que le otorgan a Morena, no es definitiva, porque estos sondeos están propiciando rupturas y división en las estructuras y en la bases, que empiezan a generar contra campañas y una guerra sucia interna, que puede agudizarse cuando se conozca la decisión de la dirigencia nacional, donde ninguna corriente local influirá de más, así que más vale que en Morena pongan pies de plomo