Por Rogelio Hernández López
Muy, pero muy recomendable para que lean con atención periodistas, empresarios de los medios, estudiosos de la prensa y más especialmente el equipo de comunicación social de la presidencia de la república esos seis ensayos que sobre Democracia, prensa y poder en México difunde el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
El presidente Andrés Manuel López Obrador etiqueta negativamente–un día sí y otro también– a medios y periodistas que critican la gestión de su gobierno. En lo general tiene razón cuando acusa como faltos de ética a los titulares imprecisos o dolosos, a los comentarios mentirosos sin sustento o informaciones incompletas y sesgadas deliberadamente.
Lo que no puede probarse es que todos los medios y periodistas que critican su administración sean conservadores y contrarios a ella porque no hay un solo modelo de periodismo en México ni de ética profesional, coexisten por los menos cinco modelos del ejercicio, aseguran los investigadores de cuatro universidades en el documento del CIDE.
El modelo cívico se abre paso
Los seis ensayos son de los profesores e investigadores del CIDE María Grisel Salazar Rebolledo, Carlos Bravo Regidor, coordinador del área de Periodismo y Andrew Paxman de la División de Historia en Aguascalientes; Maira Vaca de la Universidad Iberoamericana; Adrián López, director del diario Noroeste en Sinaloa y profesor en el Tec de Monterrey (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores) y Sallie Hughe, profesora-investigadora de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Miami. Sus textos fueron aceptados para su publicación en un sola entrega el 10 de abril de 2019.
De sus trabajos se desprende la caracterización de tres modelos de periodismo muy claros y dos híbridos que coexisten en la transición democrática de México.
La investigadora de la Universidad Iberoamericana Maira Vaca coincide en que “el proceso de democratización si transformó aceleradamente las salas de redacción” y junto a nuevos periodistas aportaron valores (determinación compromiso, responsabilidad) nuevas rutinas (sustento, investigación, diversidad, pluralidad) y los otros modelos no autoritarios que se distanciaron del poder político. Los cinco modelos, este reportero los resume así:
El autoritario, de la conveniencia mutua de la mayoría de los medios con los regímenes del PRI, que fue dominante hasta los años 90 y que aún persiste en algunos diarios como El Universal, y en la mayoría de los estados de la república.
El de Mercado. En el cuál colocan a Televisa, TV Azteca, otras y algunos impresos.
El cívico a la mexicana. A este le dedican amplias reflexiones y lo tipifican así porque refleja la diversidad política, la diversidad de voces y fuentes, con más autonomía editorial y formas de trabajo menos anquilosadas. El ejemplo mayor que ponen de este modelo es el diario La Jornada.
El investigador Adrián López asegura que en este modelo cívico es el más viable para el futuro del periodismo mexicano y por eso están allí medios digitales nativos como Animal Político, Sin Embargo, Aristegui Noticias.
Por su parte Sallie Hughes, asegura que esta viabilidad la facilita la movilización ciudadana por asuntos políticos, pero también advierte que las nuevas prácticas de reportaje social, las crónicas y los libros de larga duración de historias implican mayores riesgos para la seguridad de los autores.
El cívico y de mercado (hibrido) donde identifican al grupo de El Norte y Reforma.
Adrián López, el investigador que también rechaza hablar de una sola prensa de provincia, ubica que en este modelo cívico y de mercado hay casos “adaptativos frente a la disrupción tecnológica, sobre todo medios tradicionales que han buscado en la diversificación de sus modelos de negocio una alternativa para sortear la crisis sin dejar de hacer periodismo local: medios estatales y regionales que buscan adaptarse a la nueva realidad económica y tecnológica como Vanguardia de Coahuila, El Imparcial de Sonora, Semanario Zeta en Baja California, El Diario de Yucatán y Noroeste en Sinaloa”.
El autoritario-plural (hibrido). En donde aún no se define claramente su identidad por actuar con métodos anteriores, pero aparenta pluralidad en sus opiniones como “en una borrachera de columnismo”. Allí ubican a Excélsior y El Heraldo.
Los ensayos se encuentran en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1665-20372019000200261&lng=es&nrm=iso
A esos modelos de comportamiento quizá pueda sumarse, como un sexto tipo de comportamiento frente a la información de interés social, a esa oleada de comentaristas improvisados llamados blogueros, youtuberos y facebookeros, que una abstracta definición jurídica también considera periodistas
Una buena parte de estos trabajan sin métodos de análisis, con poco rigor para verificar la información, utilizan contenidos ajenos sin permiso, los difunden sin la mayoría de criterios periodísticos más que el que busca alterar las sensaciones y con lenguaje saturado de calificativos, es decir sin ética. Al parecer estos conforman “las benditas redes sociales”.
Los déficit de ética.
Maira Vaca también asegura que en las transiciones se registran déficit democráticos y los medios lo reflejan. En columnas anteriores de este reportero se difundieron otros estudios académicos sobre esos déficit de profesionalidad de los medios, es decir de ética.
Por esos datos es que se concede la razón al presidente López Obrador cuando reclama falta de ética frecuentemente. Es que muchos valores aun no terminan de instalarse y persisten muchas remoras de comportamientos anteriores. Veamos:
En julio de 2019 referí que la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAinfo) y el Grupo Medios y Sociedad (GMS) identificaron los problemas éticos en medios de prensa de 13 países de América. Sintetizaron los siguientes que sirven de espejo para los comportamientos actuales en muchos medios mexicanos:
“La manipulación que existe en la sala de redacción de los medios, en donde las noticias son ´hechas a medida´ de ciertos anunciantes, gobernantes, políticos, empresarios o a los intereses del dueño o director de ese medio de prensa.
“La corrupción en la sala de redacción. Pagos ilegales a los periodistas o regalos que comprometen su labor, conflictos de intereses o uso indebido de influencia.
“Comportamiento antiético en la investigación, preparación y redacción de las noticias. Atropello de la privacidad, mal manejo de las fuentes, plagio, uso de subterfugios y engaños, edición distorsionada y manipulación de fotos.
Deficiencias ostensibles en la formación profesional. Desconocimiento del lenguaje y de la ortografía o desprecio de sus normas. Esto último es ostensible en los medios digitales no profesionales.
Además, la editorialización extrema sin sustento informativo que detectaron en América Latina, se extendió como plaga en estos medios digitales de México, que también comparten varios medios de prensa convencionales.
Y el déficit era (¿o es?) peor en los estados de la República.
María Grisel Salazar Rebolledo, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) antes había estudiado los Mercados, audiencias y contenidos en la prensa estatal mexicana.
En este se deriva que, con poquísimas excepciones, la mayoría de los periódicos impresos de los estados (incluidos sus sitios web) adoptó un patrón de conducta militante y clientelar con el poder político, incluidos los editados por corporativos que representan casi el 30 por ciento de los registrados; otra singularidad de ese modelo es la existencia de un sinnúmero de medios “fantasmas”, impulsados por los políticos.
Dice ella:
“En general, pocos diarios estatales en México ejercen las funciones de contrapeso… de un universo de 1217 titulares estudiados, (solo) 95 denuncian algún mal funcionamiento del gobierno estatal, y sólo nueve realizan algún tipo de crítica contra el gobernador.
“Esto no levantaría suspicacias si los gobiernos estatales no estuvieran marcados por abusos de poder, endeudamientos sin control, prácticas de corrupción y opacidad financiera y hasta colusión con grupos delictivos, pero los contenidos de la prensa estatal no lo reflejan así.
“Pero la crítica como hecho excepcional también habla sobre las relaciones entre prensa y medios: ejercicios de autocensura, lograda a base de amenazas e intimidaciones, o simplemente de negociaciones convenientes o vínculos históricos mantenidas durante años.
No hay una sola prensa. No hay una sola ética. Los déficit en muchos digitales son oquedades insalvables. ¿A cuál ética de prensa se refiere el presidente?
Por todo eso, se insiste en que se requiere un nuevo pacto para una nueva forma de normar estos y otros cambios en el régimen democrático y en sus medios de prensa para beneficiar a la mayoría de la población. Una nueva ley de comunicación social de carácter general, radicalmente distinta a la actual que le dé la rectoría al Estado para regular el mercado, que instaure un sistema de medios públicos con suficientes recursos y posibilidades de generar espacios de publicidad pagada y otros ingresos propios, una que regula y transparente la publicidad y que ponga como condición para recibir esa subvención a los medios que se autorregulen con códigos de ética y defensores de la información.