Alberto Witvrun.- En mayo de 2018 en pleno proceso electoral federal inició la guerra sucia en contra del
candidato de segunda fórmula al Senado de la República, Julio Menchaca Salazar de
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la que se le dio diferentes lecturas
porque curiosonamente no se tocó a la candidata de primera fórmula +Angélica García
Arrieta.
Una versión es que provenía del grupo de Miguel Ángel Osorio Chong que postuló por el
Revolucionario Institucional (PRI) a Nuvia Mayorga Delgado y a Alejandro González Murillo
por Nueva Alianza (Panal), tras renunciar a Encuentro Social (PES) por el que fue diputado
federal; otra apuntaba a Gerardo Sosa Castelán quien pretendió arrebatar en oscura
negociación la candidatura a Menchaca Salazar.
Entre otras cosas se le acusaba de ser beneficiado con concesiones de transporte público
al final del gobierno de Manuel Ángel Núñez lo que nunca fue demostrado, menos cuando
en el gobierno anterior se dio a conocer el padrón de concesionarios, incluso este tema
intentó utilizarlo Carolina Viggiano como supuesto as bajo la manga.
El orquestador quedó en el anonimato y lejos de debilitar a Julio Menchaca lo fortaleció
tanto que hoy es gobernador; de esto se quiso responsabilizar a Pedro Solares Cuevas
histórico líder taxista, que hizo pública la versión para que no lo hicieran quedar mal con
sus represados, lo mismo Sharon Montiel, abogada del PES que no podía actuar sola ni
acceder a esa información sin que alguien se lo instruyera y se la proporcionara.
Interesados en revivir esa historia ahora incluyen a José Luis Guevara, ex secretario de
Movilidad y Transporte lo que es inverosímil porque relevó en el cargo a mediados de
junio a Rufino León Tovar quien 4 años después pretendió invalidar por la vía legal la
candidatura a gobernador de Julio Menchaca.
A cuatro años la versión más cercana es que la campaña negra se instrumentó en oficinas
del segundo piso de palacio de gobierno por instrucción superior o por lo menos eso se
dijo a los operadores lo que involucra a seis influyentes personajes de la pasada
administración que se lavaron las manos queriendo responsabilizar a otros, cuando vieron
que su estrategia no funcionó.
