Alberto Witvrun.-Desde el lejano 1977 en que se plantó afuera de un restaurante de Pachuquilla a esperar al gobernador Jorge Rojo Lugo para pedirle la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) Gerardo Sosa Castelán inició el proceso para apoderarse de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) lo que logró con ayuda de su mentor en 1982 llevando a la rectoría a Juan Alberto Flores Álvarez, hermano de su entrañable amigo Arturo.
Rojo Lugo, convencido de su lealtad, al enfrentarse a su interino José Luis Suárez Molina, cuando se fue a Reforma Agraria, lo premia dándole el sindicato burócrata como cuña para su sucesor Guillermo Rossell, quien tuvo que aceptarlo como diputado local del Revolucionario Institucional (PRI) en la 51 Legislatura.
Más que Guillermo Rossell, su secretario de Gobierno, Roberto Valdespino quiso apoderarse de la UAEH al terminar la rectoría de Carlos Herrera; Pero Jorge Rojo también la quería, así que encargó a Gerardo parte de la estrategia, que inició con la recuperación de la FEUH que Sosa había perdido con Francisco Olvera, su sucesor e impuso a +Luis Rey Ángeles y, al apoderarse de la sociedades de alumnos fincó el triunfo de Flores Álvarez.
Ya con el control, constituyó el Grupo Universidad que mediante la violencia porril se apoderó de ayuntamientos, sindicatos y organizaciones, y se alió a José Antonio Zorrilla, que salió de la Federal de Seguridad (DFS) para ser diputado federal en 1986, pero tuvo que huir acusado del homicidio del periodista Manuel Buendía; lo que acabó con sus sueños de ser gobernador, pero la fuerza acumulada le dio a Gerardo Sosa valor para retar a Adolfo Lugo Verduzco quien lo combatió e incluso en 1990 lo forzó al autoexilio.
Nueve meses después regresó para reclamar su feudo, se convirtió en rector en 1991 y empezó a sacudirse a quienes le acompañaron; para establecer un control vertical, que lo llevó a diputado federal (2000/2003 y 2006/2009) y presidente del PRI, pero nunca perdonó que en 2006 el candidato al Senado fuera Jesús Murillo, no él.
Entonces inició un doble juego con otros partidos, primero con el Social Demócrata (PSD), luego con Proyecto de la Sociedad Hidalguense (PSH), luego brincó a Acción Nacional (PAN) y a Movimiento Ciudadano, finalmente logró colarse a Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) donde hoy parece que se arrepienten de abrirle la puerta.
La detección un probable lavado de dinero por la Unidad de Investigación Financiera (UIF) que confirmó Santiago Nieto por 150 millones de dólares y el congelamiento de una cuenta, pusieron a Gerardo Sosa contra el paredón, porque la reforma en el gobierno anterior que le da al Patronato el control financiero de la UAEH, y la jefatura política, hoy lo tienen escuchando el Preparen. Apunten. Fuego.
Porque vuelve a circular su historia negra y es marginado, como sucedió en San Lázaro donde un grupo de rectores se reunieron con el coordinador morenista Mario Delgado, lo que para sus detractores, dicen de comprobarse irregularidades financieras poder ser el principio del fin de su hegemonía de 37 años en la UAEH.