Alberto Witvrun.- La noche del 10 de noviembre de 1996, no lo creían en el edificio del Parque Hidalgo, sede del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) habían perdido seis municipios a manos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero la
conmoción era la derrota en Tula de Allende a manos de un puñado de izquierdistas que
enfrentaron a las estructuras y recursos del presidente municipal saliente Noé Paredes
Salazar, del todo poderoso Billy Álvarez Cuevas pero sobre todo del gobernador Jesús
Murillo Karam.
Hubo cuatro candidatos, pero la disputa se centró en el farmacéutico Jorge Salgado y el
sindicalista Ricardo Baptista, que ganó inobjetablemente con una diferencia de dos
dígitos, pasada la conmoción en el tricolor, el gobernador ordenó aceptar las victorias
perredistas en Villa de Tezontepec, Francisco I. Madero, Tezontepec de Aldama,
Atotonilco de Tula, Tetepango y Tula de Allende.
Los antecedentes eran que en 1988 ganó ese distrito el candidato presidencial del Frente
Democrático Nacional (FDN) Cuauhtémoc Cárdenas, aunque la diputación fue para el
priista César Vieyra Salgado porque desde el gobierno estatal lograron romper la coalición
para diputado federal y tres años antes (1993) el PRD había conseguido su primer triunfo
municipal con Luciano Cornejo en Tezontepec de Aldama.
La campaña de la izquierda tulense fue respaldada por las visitas del presidente nacional
del Sol Azteca Andrés Manuel López Obrador y el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, con
amplio respaldo ciudadano y 15 mil pesos para la campaña que les entregó la dirigencia
estatal que no superaba todavía las luchas intestinas entre las tribus que lo conformaban.
El gobierno perredista de Ricardo Baptista, secundado por Abraham Mendoza a quien
pasó de primer regidor a secretario municipal hizo historia, con pocos recursos realizó
medio centenar de obras, con un modelo ciudadano que no igualaron siguientes
administraciones y debiera ser ejemplo para los gobiernos municipales morenistas porque
muchos optan por el priista, con reprobación ciudadana por ineficacia y sospechas de
corrupción.
