Después de cuatro torneos cortos ausente, el Pachuca llega por la puerta grande a la liguilla, en un torneo muy contrastante, por inicio incierto, y la despedida oportuna de un técnico que no garantizaba, sustituido por Martín Palermo, a quien se le dieron bien las cosas (con las presiones normales), pero que al final, entregó buenas cuentas.
Sí, el Pachuca cumple con su primer objetivo, haciendo justicia a la iniciativa e interés de la directiva, por contratar a los refuerzos adecuados, ante la venta de importantes canteranos que buscaban un espacio en Europa, Chucky Lozano y Erick Gutiérrez.
Gracias a esos movimientos, los Tuzos regresan a la fiesta grande, un torneo que empieza de ceros, con instituciones superiores en planteles, por sus millonarias inversiones, que tampoco les garantiza el título.
El Pachuca, con un término medio, pero con enormes deseos de sumar una estrella más, llega con la ilusión de sumar una estrella más, que tampoco se debe menospreciar, porque el futbol está lleno de sorpresas.
De tal manera que, siendo realistas, no se les puede exigir el título a los Tuzos, pero tampoco se da por descartado que Martín Palermo y sus pupilos, porque han hecho los méritos necesarios para redondear lo hecho en el torneo regular.
El cierre del Clausura se dará el próximo fin de semana en el Bajío ante el León, su “hermano menor” y aunque todo está definido para la recta final, sí servirá de parámetro para los Tuzos, porque tendrán que demostrar de qué están hechos.
Seguramente, su técnico sabrá aprovechar los días que faltan para iniciar una nueva aventura, corrigiendo errores y estudiando a los rivales, para tener las bases necesarias que redondeen una excelente temporada que ya disfrutan aficionados, directivos, cuerpo técnico y jugadores.