Miguel Angel Granados Chapa
A propósito del aniversario luctuoso del periodista hidalguense, Miguel Angel Granados Chapa, quien el 16 de octubre cumple nueve años de fallecido, a manera de homenaje póstumo, reproducimos una amplia charla sostenida con él en octubre del 2008, luego de concluir su programa matutino en Radio Universidad, en la Ciudad de México.
Entonces, Granados Chapa, había recibido la medalla “Pedro María Anaya” en el Congreso local y posteriormente la medalla “Belisario Domínguez” en el Senado de la República.
Aquí la charla sostenida con Alfredo Rivera Flores, Alberto Witvrun y Carlos Camacho:
– Se ve que muchos comunicadores, intelectuales, digamos con un prestigio nacional se han volcado en torno a usted. ¿Es parte de la pluralidad, de ese respeto, de esa amistad?
– Allí cuenta mucho la amistad, que hayamos tenido algunas tareas conjuntas, el que nos aproximen nuestros puntos de vista.
Pero se han producido fenómenos extraños. Por ejemplo, Juan Bustillos, que es el director de Impacto.
El ejerció un periodismo distinto al que yo he hecho. –El recibió en cierto modo como regalo la revista Impacto, de parte del gobierno federal. Yo me ocupé en su momento de revelar el hecho. No hemos tenido más que desacuerdos; sin embargo, con motivo de mi ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua y con motivo de la medalla “Belisario Domínguez”, escribió en Impacto unas columnas en donde explícitamente dice que no somos santos de nuestra devoción recíprocamente y suelta allí elogios que jamás hubiera supuesto posibles en su pluma.
Eso es muy llamativo, como parte de este clima de asentimiento respecto de lo que hago, procedente desde muy diversos miradores. No sólo de mis amigos.
-¿Hubo algunos comentarios de Andrés Manuel López Obrador, de Cuauhtémoc Cárdenas? Pregunta Alfredo Rivera.
-Andrés Manuel escribió en el suplemento Enfoque (del diario Reforma) una opinión, no tan entusiasta como la de Margarita Zavala, en parte porque él mismo es eso y en parte, supongo que no quiere alimentar la idea de que soy una pluma a su servicio, que no es. El ingeniero Cárdenas me mandó una carta grata pero formal, lo cual se nota en esta práctica que es usual en la correspondencia, de añadir comentarios o un tratamiento manuscrito, a lo escrito normalmente y él no le puso ni una introducción a mano, ni un abrazo. Es muy grato lo que dice el ingeniero Cárdenas, pero muy formal.
Respecto a Margarita Zavala, me gustó que expresara su opinión públicamente, porque la conozco de mucho tiempo atrás, tanto su opinión como a ella, nosotros hemos tenido muy buena relación desde que eran dirigentes juveniles tanto su marido (Felipe Calderón Hinojosa) como ella, entonces no era su marido; creamos una cercanía. Más de una vez fui invitado a las asambleas nacionales juveniles del PAN, como orador, César Nava, que es el secretario, me invitó una vez, Calderón me invitó otra vez.
Sé que han tenido esa simpatía, esa sintonía conmigo desde mucho tiempo atrás, me gustó que Margarita (Zavala) escribirá lo que me había dicho recientemente en una comida, donde deploraba nuestra actual distancia que yo expliqué por el cambio de posición que tuvieron ellos.
-Decía Anselmo Estrada Alburquerque (QEPD) que usted tiene más amigos que enemigos. ¿Sí lo asume así?
-Yo creo que sí. Es más común que los amigos se manifiesten más que los enemigos. Sí creo que tengo más amigos que enemigos, porque los enemigos son transitorios, circunstanciales, cuando desaparecen de la escena supongo que también dejan de ser enemigos, en cambio los amigos son más permanentes, no dependen de coyunturas, algunos sí, pero aún desaparecida la coyuntura, la relación personal se mantiene.
Y también porque mi trabajo ha procurado, a pesar de que a veces parezca lo contrario, ha procurado ser más propositivo y constructivo, que meramente crítico. Entonces he apoyado muchas causas, a muchas personas en mayor medida, que criticando a otras. Aunque, por supuesto, no dejo de hacerlo, por eso se establece un desbalance entre los amigos y los enemigos.
En la vida cotidiana recibo muchas muestras de simpatía y muy raramente muestras de desafecto. Todos los días me encuentro a algún lector, a algún oyente que me hace un comentario de simpatía por mi trabajo. Casi nunca me he encontrado a alguien que me encare para decirme es usted un tal por cual. Sí he escuchado comentarios por teléfono o ahora a través del correo, pero nadie o casi nadie me encara para insultarme.
-¿Cómo evaluaría su relación con el poder, en el entendido de lo difícil que es mantener una independencia, autonomía de opinión frente a un poder omnipresente, avasallante y sobre todo en la condición de periodista, pues es muy difícil sobrevivir a veces sin haber sido sometidos, avasallados o cooptados?
-Dice Carlos Monsiváis: no sé quién me hizo fama de incorruptible, porque nadie me ofrece nada. En parte eso ocurre. Se genera una cierta idea de cómo es uno y entonces eso aleja las posibilidades de un entendimiento oscuro con el poder. Luego, yo fui creciendo profesionalmente con generaciones de políticos, que conociéndonos personalmente , a nadie se le ocurriría hacerme una propuesta d acercamiento equívoco, de modo que he estado libre de tentaciones por eso, porque nos conocemos y no tenemos ese modo de relacionarnos que fuera dañino para mi trabajo periodístico.
Incluso Javier Solana (secretario de Comercio, de Educación, de Relaciones Exteriores me invitó a colaborar con él y fui funcionario de la SEP como director de Radio Educación y cuando me invitó a ser su colaborador, le dije que la condición es que no deje de hacer mi función ni mi trabajo propio. “claro que no, por eso lo invito, porque es usted periodista no porque quiera que sea usted funcionario”, me respondió.
De modo que eso ha contado mucho. MI desarrollo profesional fue simultáneo con el desarrollo de una generación de políticos con los cuales mantuve una relación de orden personal, antes que de orden profesional.
Ejemplo, Julieta Guevara, fue diputada y senadora priista, funcionaria de la Secretaría de Educación Pública (SEP), de Programación y Presupuesto (SPP), muy cercana a Carlos Salinas de Gortari en una época, pero éramos amigos antes de todo eso, nunca tuvimos afinidad en el sentido partidista, pero tuvimos una afinidad política. Yo la acompañé en sus giras en su desempeño como senadora, como diputada desde una amistad surgida previamente a eso, eso condicionó mucho mi posición frente al poder.
Luego tuve la influencia de personas como Francisco Martínez de la Vega, que supo ser un periodista distante del poder, no obstante haber sido partícipe del poder, fue gobernador de San Luis Potosí, secretario particular de otro gobernador, de Gonzalo N. Santos, pero cuando se trataba de ser periodista, era periodista no gente del poder, y yo viví cercanamente sus vivencias, sus relatos, y eso va imprimiendo un sello en el propio comportamiento, él fue muy influyente con este tipo de actitudes respecto de lo que yo quería. Por esa razón, incluso cuando trabajé en Radio Educación, seguí ejerciendo mi oficio periodístico, expresando opiniones contrarias a las del presidente de la República. Sólo me puse un límite: no hablar de cosas de las que yo tuviera conocimiento en función de mi trabajo como director de Radio Educación, eso aún en esa circunstancia, como miembro de la administración pública, tuve independencia del poder.
Porque también me tocó tratar con gente como Jesús Reyes Heroles, él era secretario de gobernación cuando yo fui director de Radio Educación y un día le pregunté, si bien estoy adscrito a la SEP, como secretario de Gobernación probablemente usted tenga alguna indicación que darme como funcionario, dijo, proceda usted con toda libertad, sólo le advierto una cosa, no se meta con los “verdes”, era el Ejército. Esa fue la única restricción que me sugirió.
De modo que he tenido la fortuna de tratar con políticos respetuosos y los que no fueron en algún momento, entendieron. Por ejemplo el profesor Carlos Hank González, que en algún momento me ofreció una casa, entendió que no estaba hablando con el interlocutor adecuado y no insistió ni se molestó.
Un día Javier García Paniagua me regaló una video casetera y no acepté, en la época en que las video caseteras eran como joyas. Se enojó mucho, porque además era tan grande el aparato que no cabía en el Volkswagen que tenía y le pedí que mandara por ella, le enojó la doble cosa, que la rechazara y que le pidiera recogerla, pero no pasó nunca a mayores el desagrado de alguien por una propuesta no aceptada.
De modo que me ha sido sencillo sobre todo a partir de la alternancia. A nadie se le ocurriría hacerme una mala proposición; ha sido sencillo establecer distancia frente al gobierno.
-¿Con los presidentes?
-Con los presidentes he tenido una relación variada. El primero con el que traté directamente fue con (Luís) Echeverría, pero era yo dependiente de Julio Scherer, lo que favoreció que no tuviera enfrentamiento con él. Julio fue muy hábil, un día viajó a Chile, clandestinamente, ya bajo la dictadura de (Augusto) Pinochet. Era un viaje peligroso por ser clandestino, de modo que le avisó a Echeverría que iba a Chile. México ha había roto relaciones con Pinochet y consideró necesario avisarle al presidente y me pidió que lo acompañara y le dijo que en su ausencia lo que tuviera que tratar con el periódico Excélsior lo tratara conmigo. De una forma mañosa, salvaba la relación con el presidente porque yo tenía una función muy limitada dentro de Excélsior, importante pero limitada en cuanto a las páginas editoriales. Quien hacía el periódico era Manuel Becerra Acosta, que era el subdirector de información, y era más dado a atender los pedidos de gobierno, entonces en la cadena de comunicación me puso a mi ahí, una cadena que se volvió ineficaz porque Fausto Zapata me llamaba atendiendo la indicación de Echeverría y decía “oiga , tenemos interés en que esto se subraye o que esto no tenga vuelo”, lo le decía “tomo nota” y no había nada, porque no tenía yo la capacidad de hacer nada ni de atender su llamado o de rechazarlo. De este modo estaba yo a salvo de la presión del presidente porque era ineficaz lo que me pedía.
Luego, con (José) López Portillo tuve una buena relación, hasta el día en que denuncié que se le estaba regalando un rancho, que el gobernador del Estado de México le regalaba un rancho formidable, era una maravilla ese lugar. Escribí sobre el asunto y él me contestó con un manuscrito en donde renunció a ese rancho en función de lo que yo había escrito, pero le pudo muchísimo, todavía unos 20 años después de eso en una reunión se refirió a “el rancho del que usted me privó”; 20 años después, pero es el presidente con el que he tenido mayor relación, entre otras cosas, porque lo vi más de las veces en grupo, en un grupo donde estaban Manuel Buendía, Francisco Martínez de la Vega que era un grupo de gente muy independiente que fortalecía su independencia en grupo.
Con (Miguel) De la Madrid no tuve buena relación nunca, de lo cual se arrepintió después Manuel Alonso, que era su director de prensa, porque al finalizar el sexenio me mandó una carta diciendo que deploraba enormemente no haberme acercado al presidente.
Con (Carlos) salinas tuve trato más frecuente, él era muy polemista, siempre que no estaba de acuerdo con algo lo aclaraba, decía “no tiene usted en cuenta tales factores”, siempre justificando su posición, pero argumentándola.
A (Ernesto) Zedillo lo vi poco también, él era muy seco, no quería a los periodistas, tenía poco trato con ellos, Con los que no tenía acuerdo, menos trato aún.
Salinas era muy cínico. Yo hice un programa en Radio Mil, de esos programas largos matutinos, de 6 a 10 de la mañana y presionaron al concesionario para que yo dejara de hacer el programa. Era muy clara la intervención de Gobernación, era una clara acción de censura gubernamental. Disfrazado, no mucho, pero un acto de censura. Se armó un cierto revuelo, yo escribía entonces en El Financiero, se armó un revuelo por ese acto de censura. Entonces Salinas personalmente me telefoneó para ofrecerme el espacio que yo quisiera den la estación de IMER que yo quisiera y le dije “oiga no nos hagamos tontos, sería ridículo que yo aceptara su ofrecimiento, viendo que estoy en la necesidad de un espacio por una acción de su gobierno, no podemos engañarnos de esa manera”. Respondió: “yo no tuve nada que ver, mi gobierno no tuvo nada qué ver. Es una decisión del concesionario”.
Pero Salinas era de ese tipo de gente, era muy llano, aunque fuera doble, era entrón, pues. Es el presidente con el que más he hablado.
Con (Vicente) Fox, hable mucho antes de que fuera presidente. Nunca lo vi siendo presidente.
Con (Felipe) Calderón no, porque tengo mala relación con él, desde que en vez de hacer acuerdo conmigo para la candidatura en coalición en el gobierno de Hidalgo, hizo coalición con Jesús Murillo. Desde entonces mi relación es mala.
A través del secretario (de Relaciones Exteriores) Jorge Castañeda, el presidente (José) López Portillo, me ofreció ser embajador en Nicaragua. Decliné.
-¿Lo hacía para alejarlo?
-No averigüe. Pero por las dudas, dije que no.
-¿Supongo que ha tenido muchos ofrecimientos?
-NO. El único que tuve y acepté fue el de Fernando Solana y era una posición administrativa menor. Luego la llamada de la embajada, con la que se inauguraban las relaciones, porque las había roto México con (Anastasio) Somoza.
-¿Ahora que hay tantos medios, el internet, no siente como que estamos saturados de medios y faltos de información verdadera?
-NO sé si saturados de medios, pero sí hay muchos más medios que los que la sociedad puede absorber, Los diarios y revistas circulan poco. La sociedad ha crecido en cuanto a conciencia e interés por la vida pública, pero no todavía del modo en que es necesario, todavía hay una abulia, un desinterés grande en amplias capas de la sociedad. El sector participante es muy reducido, pero en cuanto a la información, vamos en línea correcta, los periódicos no eran para informar, lo eran para hacer propaganda y entonces romper esa inercia ha costado mucho trabajo, no ha sido una tarea sencilla, hay una costra de propaganda muy gruesa que no se rompe fácilmente, pero vamos en la dirección adecuada.
-¿Vamos en línea correcta?
-Correcta, paso a paso, aunque muy lentamente. Con zigzagueos, a veces con retrocesos.
Los gobiernos panistas desdeñan a la prensa, le tiene asco y miedo y procuran manejarla, manipularla.
-¿Esa sería la visión de lo que pasa en la capital del país o en términos generales?
-Es la visión de la capital del país. En términos generales es difícil hacer un juicio que englobe a todos porque la realidad es distinta.
-Están dándole mayor oportunidad a los académicos que a los periodistas de profesión. Me recuerda las palabras de Fernando Benítez, cuando decía que el periodista debe ser objetivo, breve y contundente. ¿Qué opina mi gran amigo de eso? Pregunta Claudio Andrade.
-Yo opino que la objetividad no existe. A mí me gusta mucho repetir una frase de un escrito español, José Bergamín. El alegaba: yo no puedo ser objetivo, porque no soy objeto, soy subjetivo porque soy sujeto.
Alberto Witvrun: yo me acuerdo de una frase que usted comentó en el Espacio Cultural, de que no hay libertad que se ejerza sin responsabilidad y la situación de que no hay verdades absolutas y menos para los periodistas, Hay que ser veraces, técnicos y profesionales.
-No mentir a sabiendas, es a lo que más podemos aspirar. Salvo eso estoy de acuerdo con lo que dijo Benítez, pero la objetividad, desde mi punto de vista no existe.
-¿Eso no implica un cierto desplazamiento al periodismo?
-No, porque desde siempre los opinadores no eran miembros del gremio de periodistas, era filósofos, políticos. Pensemos en la revista Siempre de los años 60 y 70, había dos o tres periodistas entre los articulistas.
-¿Existe cierto recelo del periodista profesional?
-No creo que exista ya recelo, hubo una época en que había recelo de los periodistas respecto a los académicos, me parece que ahora ya no, porque se ha multiplicado tanto la presencia de los académicos, que forman parte del paisaje.
Granados Chapa habla de sus primeros acercamientos a la comunicación.
“Trabajé en una imprenta, en El Observador, enfrente de la clínica Minera (de Pachuca), en la calle de Allende, de Adrián Guerrero Díaz, director de El Observador”.
MI primer contacto con los medios era como oyente, era muy aficionado a leer el periódico de niño y a oír el noticiario. De no haber sido un niño muy chocante, porque el 5 de marzo de 1953 llegué, yo vivía a 50 metros de la escuela, de modo que oía el noticiero y enseguida cursaba el jardín para llegar a la escuela.
Llegué gritando: “¡se murió Stalin, se murió Stalin¡”, me veían mis compañeros con sorpresa. Entonces era yo muy aficionado a la información. Mi abuelo materno, tenía yo 13 años, comía y cenaba con mi madre y hablábamos de política, de información y alguna vez en la cena me preguntó por la situación de Argentina. En el año 55, (Juan Domingo) Perón había sido derrocado en la primera vez que estuvo en el poder, me preguntó qué sabes de Perón, y le dije nada, lo que trae el periódico. Me dijo, no, tú sabes más que el periódico, porque yo oía las noticias de la radio y eso le hacía suponer que sabía yo más.
-¿Qué viene, qué va a hacer?
-Lo que hago todos los días. Todavía va a haber reuniones celebratorias. La UNAM, por iniciativa del doctor (José) Narro va a organizar una celebración, la Iberoamericana también. De modo que en cuanto a celebraciones todavía falta y en cuanto al trabajo, ahora se me recrudece, si vale decirlo, el compromiso, muchísima gente me alienta todos los días, me siento mucho más comprometido, especialmente porque con estas celebraciones tengo ahora mucho más atención que nunca, entonces tengo que esmerarme en la hechora del trabajo.
Procuraré no amainar el ritmo, pero en eso esto. Tengo problemas de salud que me… no me disminuyen pero me lastran, son problemas estorbosos, de distintos modos, hasta por el hecho de ir a los hospitales, a las consultas. En una ciudad como México, ir a Médica sur o al Hospital Angeles del Pedregal, supone una mañana o una tarde entera, y eso conspira contra i ocupación, que debo tener en el trabajo, pero en fin, son circunstancias ya fuera del alcance de uno y hay que encararlas.
-En el periodismo, no es como en otras actividades. No se puede decir ya alcancé la cumbre, hasta aquí, ya no me interesa más ¿Lo ve así?
-NO, yo nunca diría algo como eso. Don Paco Martínez de la Vega, que murió siendo periodista, a los 70 y tantos años, decía “el que se sienta satisfecho, se muere”, creo que una de las cosas contra las que tiene uno que luchar es contra la satisfacción, contra el acomodamiento, yo ya estoy bien sentado aquí, ya me puedo morir contento. Yo no quisiera nunca sentir ni decir algo como eso, en un sentido no neurótico yo quiero declararme insatisfecho, pensando siempre habrá algo mejor que hacer.
ESTE SERIA UN RECUADRO DE LO QUE FALTO PUBLICAR EN UNA PRIMERA ENTREGA
LO QUE FALTÓ DE LA CHARLA CON GRANADOS CHAA
“Haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que Felipe Calderón Hinojosa, es un presidente congruente, al menos en su aversión hacia los periodistas y el mejor botón de muestra lo ofreció el 7 de octubre (del 2011) durante la ceremonia de entrega de la medalla “Belisario Domínguez” al autor de la Plaza Pública, Miguel Angel Granados Chapa.
No fue como lo reseñó Proceso, recordó, más bien “cuando yo leía mi discurso ante los senadores de la República, Felipe Calderón tenía en sus manos un folder con diversos documentos que atendía mientras yo dirigía mis palabras”.
Calderón Hinojosa, leía y si aprobaba firmaba el escrito en sus manos y así se llevó el tiempo que tomó la lectura del discurso del periodista laureado.
La revelación es parte de la charla sostenida recientemente con el hidalguense en la cafetería de Radio Universidad, a propósito de los reconocimientos a su trayectoria.
También explicó que si bien a votación fue unánime, en el PRD se hicieron esfuerzos por que no fuera yo el premiado, pero tuvieron que combatir el denuedo de María Rojo, que fue una eficaz impulsora de mi candidatura. Por eso digo que María de Lourdes Rojo e Inchaustegui hizo la tarea. Logró que socialmente se reconociera el valor de la pluralidad.
Los legisladores del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), sí fueron congruentes y así como han mostrado su desdén al periodista, ratificaron su animadversión.
Jorge Mendoza, que fue funcionario de TV Azteca y hoy senador de la República, “tampoco sintió necesidad de simular”.
-De las varias entrevistas a propósito de sus reconocimientos ¿Cuál le ha parecido mejor?
-Creo que la de René Delgado. Nos conocemos hace 35 años, fue mi aluno y hoy es mi director en Reforma. Quizá por eso.
Luego de contar cómo fue su incursión en los medios (Vía Libre 281) recuerda que los primeros 10 años de su vida ocurrieron en una vecindad en la esquina de Amado Nervo y avenida del Trabajo, “una vecindad que tenía dos inodoros comunes para las 10 viviendas, entonces había ido a la XEPK, que se ubicaba en los portales del Jardín Constitución, y había visto que la cabina del locutor era un espacio pequeño , entonces yo me metía en uno de los inodoros a leer El Sol de Hidalgo en voz alta y eso causaba problemas de tránsito, de pronto llegaban a tocarme.
Cuenta dos anécdotas a propósito de su primera publicación, que firmaba primero al alimón con Arturo Herrera Cabañas, llamada Phosil (después firmábamos PhosilG y PhosilH, por nuestros respectivos apellidos) y una información “me valió una golpiza”, que le propinó Edmundo Téllez Girón, presidente de la sociedad de alumnos del ICLA, el antecedente de lo que años después sería la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).
“Erramos compañeros de banca y me retó a golpes. Fuimos al callejón de Las Muelas, que era la prolongación de la calle de Doria, pero cuando íbamos en paralelo me soltó un derechazo, traía anillo y me sangró la nariz…”.
Otro reto a “moquetes”, fue el de Armando Ponce Coronado, apodado El Socio. Un atleta, era boxeador y en algún comentario “lo incomodé y me retó a golpes”.
El fue más caballeroso, porque ambos se dirigieron a una cerrada en la calle de Rosales y de pronto dijo “ahí muere”. YO me indigné y le reclamé. No, yo aún no te he tocado la mano. De pronto abrió los brazos y le tiré un derechazo en la cara. Entonces dijo, “ahora sí, ahí muere”.