Alberto Witvrun.-En marzo de 1986 el presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Hidalgo (FEUH) Zenaido Meneses Pérez, sin anunciarse ingresó a la rectoría para entregar a Juan Alberto Flores Álvarez por orden de Gerardo Sosa Castelán las últimas once cuartillas de su cuarto informe en ellas decía que renunciaba a reelegirse como se lo permitía el estatuto de la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAH).
En 1991 también en marzo a menos de un mes de ser reelecto Juan Manuel Menes Llaguno recibió la orden de Gerardo Sosa Castelán de “enfermarse” de una arritmia cardiaca para por él ser sustituido, luego de su “exilio” de 9 meses en Boston, Massachussets acordado con el gobierno de Adolfo Lugo Verduzco para que el Grupo Universidad no interfiriera en la selección de candidatos a presidentes municipales del Revolucionario Institucional (PRI).
Igual en marzo, pero de 2002 Juan Manuel Camacho Bertrán, recibió la orden, que continuaría como rector, porque su virtual sucesor José María Sánchez Ramírez, el mismo día que fue informado por Gerardo Sosa Castelán que sería el próximo rector perdió la vida en un accidente automovilístico y, permaneció en el cargo hasta que Gerardo Sosa Castelán le informó que su sucesor sería Luis Gil Borja.
Ahora se dice que en su quinto informe el rector Adolfo Pontigo Loyola, quien fue sucesor del más dócil de todos, Humberto Veras Godoy; recibió la orden directa de Gerardo Sosa Castelán quien enfrenta en arresto domiciliario un proceso penal, de que anunciara que la flamante Torres de Postgrado de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, lleve su nombre.
Lo que confirma quien ordena, cuyo grupo convertido en clan, sostienen que la universidad le debe todo a Gerardo Sosa Castelán y no al revés, porque desde que se apoderó a sangre y fuego de ella en 1982, el ex secretario general, ex rector y ex presidente del Patronato sustentó en la UAEH su fracasado proyecto político de ser gobernador de Hidalgo y su poder económico.
Ahora quiere borrar la negra historia no de la UAEH, de su clan que dejó una estela de violencia porril y delincuencial, aún en la memoria de los hidalguenses, plasmada en los libros: La Sosa Nostra Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo de Alfredo Rivera Flores y Política y Gobierno en Hidalgo, atribuido a +Arturo Herrera Cabañas, lo mismo que en las columnas Plaza Pública de +Miguel Ángel Granados Chapa y en este espacio.
Por eso, aunque utópicamente algunos creyeron que el rector Pontigo Loyola, pudiera rectificar, pero no lo hará porque obedece ordenes, aunque la voz popular a propuesta de Alfredo Rivera, llamará a la Torre de Postgrado: La Sosa Nostra. Al tiempo.