Andrés A. Solis*
En este espacio he comentado varias veces sobre la importancia del periodismo
en la cobertura de situaciones de emergencia y el valor fundamental que tiene
nuestra profesión para explicar los hechos y no sólo narrar las consecuencias.
La cobertura de emergencias siempre tendrán un antes, un durante y un después
y en cada periodo de tiempo, debemos identificar las responsabilidades políticas,
las consecuencias económicas y el impacto social, incluyendo también aquellos
sectores que pueden resultar beneficiados con el desastre.
Otis deja muchas enseñanzas al periodismo.
En principio los medios locales cayeron en la trampa de la autoridad que minimizó
el tamaño del meteoro y no hicieron una buena cobertura previa para alertar a la
población sobre la amenaza que venía.
Los medios y periodistas que llegamos a Acapulco horas después del paso de
Otis, no dimensionaos el tamaño del desastre que dejó y pudimos atestiguar los
enormes daños.
Muchos colegas llegaron a Acapulco sin haber tenido previsiones suficientes y
llegaron con víveres insuficientes, sin considerar la falta de energía eléctrica y las
consecuencias que esto trajo en las comunicaciones.
Los medios estuvieron imposibilitados para enviar información vía telefónica, para
enviar notas y fotos por correo o a través de un Drive digital porque no había señal
de Internet.
Algunas televisoras padecieron por la incomunicación porque no podía subir su
señal a través de dispositivos como Live U, CBK o cualquier otro que requieren
necesariamente una conexión web.
Esto significó que la audiencia no recibiese información completa en las primeras
horas posteriores a la tragedia y muchos medios perdieron horas valiosas
teniéndose que trasladar a Chilpancingo.
Y también ganó la premura, la falta de organización con las redacciones, motivada
por la incomunicación y esto afectó la calidad y el flujo de la información para
varios medios.
Y también nos faltó hacer un periodismo preventivo, alertar a nuestras audiencias
sobre los peligros inminentes y mostrar, por ejemplo, que el Atlas de Riesgo del
Ayuntamiento de Acapulco afirma que existe nulo riesgo de que el puerto sea
impactado por huracanes categoría 3, 4 ó 5.
Un documento del Centro Nacional de Prevención de Desastres de la Secretaría
de Gobernación también afirma que el riesgo de impacto de un huracán de alta
intensidad es muy bajo.
Es decir, los gobiernos ya habían minimizado el peligro y eso derivó en un exceso
de confianza que provocó que los daños de Otis fueran mayores, simplemente
porque no hubo previsión y los medios no lo vimos antes.
Aquí les comparto esta nota, que debimos (me incluyo, por supuesto) publicar
antes.
*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de
buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Conduce el
programa “Periodismo Hoy” que se transmite los martes a las 13:00 hrs., por
Radio Educación.