Alberto Witvrun.- No será fácil restablecer la normalidad en las comunidades devastadas por el fenómeno meteorológico, tarea en la que deben participar todos por encima de colores políticos y proyectos personales, aunque no falta quien aprovecha cualquier resquicio para conducir el tema a la disputa política, que lo único que provoca es que aflore el rencor o diferencias particulares, pero afortunadamente son más los que apoyan que los que tratan de llevar agua a su molino.
La respuesta gubernamental es apoyada por particulares que prefieren el anonimato
como los que han apoyado con helicópteros para establecer los puentes aéreos para llevar
víveres y medicamentos a las comunidades incomunicadas lo que ha permitido también
una evaluación real de los daños provocados por las precipitaciones torrenciales en
comunidades.
Los recursos y las capacidades parecen por momentos insuficientes, pero se hacen
esfuerzos gubernamentales y privados para aliviar los daños y ofrecer información real de
lo que sucedió y de la situación actual, sin esconder la realidad, porque en esa medida se
podrá atender la emergencia con la participación de todos los sectores que han
manifestado y actuado con solidaridad.
En medio de la tragedia sin descuidar la atención, es necesario revisar el actuar del
Sistema Estatal de Protección Civil y de los gobiernos municipales, para determinar si se
pudieron reducir los efectos del fenómeno natural o si hay responsabilidad de alguien por
no alertar a la población, en particular a los que viven o tienen actividades en las riberas
de ríos y arroyos.
Por ello no se puede distraer el gobierno, que tiene como prioridad la atención de la
emergencia y que la población afectada tenga lo indispensable para salir adelante y
recuperarse, pero tampoco se puede olvidar de realizar un análisis para que los
fenómenos naturales impacten lo menos posible a la población.
