Alberto Witvrun.-Nadie duda en Ixmiquilpan que el verdadero poder en el ayuntamiento es el menor de la dinastía Charrez Pedraza y que la presidenta municipal Araceli Beltrán Contreras por él impuesta como candidata luego de que fueron anuladas las elecciones ordinarias obedece a sus intereses sin importar la opinión de la ciudadanía lo que hace crecer la percepción de ingobernabilidad.
El principal Talón de Aquiles que tiene a la administración petista es la inseguridad que se refleja en los atentados con armas de fuego que cobraron varias vidas a lo que se suma la agresión a un reportero a plena luz de día la que al igual que los homicidios dolosos no muestran avances en las investigaciones, además de un preocupante incremento en los delitos del fuero común.
La carga sobre las fallas en la estrategia de seguridad pública viene de las dos pasadas administraciones las de Cipriano y Pascual Charrez Pedraza, donde se observó el crecimiento en actividades delictivas que incluyeron el secuestro y el Huachicol, lo que llevó a una investigación y análisis de los cuerpos de seguridad estatal y federal a señalar a Pascual por presunta relación con un grupo delictivo.
A la inseguridad se agrega ahora el malestar por la negativa de la presidenta municipal a reconocer a las autoridades delegacionales electas en asambleas abiertas de por lo menos media docenas de barrios y colonias, bajo el argumento de que fueron impugnadas, lo cierto es que los nuevos delegados no obedecen a los intereses de Vicente Charrez Pedraza que trata de imponer a sus incondicionales.
Lo que deja mal parada a Araceli Beltrán, porque su resistencia simplemente es porque obedece las ordenes de su jefe político a quien tienen que reportar de todas las acciones que emprende el ayuntamiento que tiene una débil resistencia en los regidores de oposición no así de diferentes sectores de la sociedad que empiezan a mostrar enojo y cuestionan las decisiones de la alcaldesa, lo que pone al borde de la ingobernabilidad al municipio.