Alberto Witvrun.- El brutal asesinato de dos policías de investigación de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo (PGJEH) se centró en errores en los protocolos de operación, porque
lo que era una diligencia sin relevancia termino en tragedia y si bien los presuntos
responsables fueron vinculados a proceso, este caso no debe cerrarse solo con el castigo a
ellos y fincar responsabilidades a sus superiores inmediatos.
La alerta es para la estrategia y política de seguridad que se viene aplicando, porque esto
deja al descubierto que existen por lo menos en Pachuca zonas de alta peligrosidad, que la
ciudadanía comenta y vive cotidianamente, pero que la autoridad desconoce o ignora
como el templo en que les quietaron la vida a los agentes.
Vecinos de distintas zonas hablan del riesgo permanente en que viven por la presencia de
la delincuencia y porque n esos puntos ni por equivocación ingresa una patrulla a menos
que sea un operativo en particular, lo que no sucede a menudo, quienes dan cuenta de
ellos son los operadores del servicio público de pasajeros.
Ellos tienen un mapa de puntos de la ciudad a los que simplemente no prestan servicio
por el temor a ser asaltados y agredidos y cuando les va bien, solo son extorsionados con
una “aportación voluntaria”; lo taxistas acusan eso lo sabe la policía, pero no hace nada y
prefieren no realizar patrullajes en esos puntos.
Sería interesante conocer si este aspecto de la seguridad es considerado por las
secretarías de Seguridad Púbica, estatal y municipales o si se tiene considerada una
estrategia particular para esos puntos de sectores populosos que crecieron sin orden en
Pachuca y municipios conurbados donde la delincuencia común, es común.
Esperemos que lo ocurrido en La Loma, sacuda a las autoridades y se adopten estrategias
y políticas públicas que reduzcan los riesgos en materia de seguridad que padecen miles
de ciudadanos en la Zona Metropolitana.
