Alberto Witvrun.- El jueves 27 de abril se cumplieron 10 años de que concluyeran su ciclo vital dos
importantes luchadores sociales en la Huasteca: los religiosos José Barón Larios y Samuel
Mora Castillo, 13 meses antes falleció Pablo Hernández Clemente; así terminó el Equipo
Pastoral Atlapexco (EPA) pero no su legado, de una Iglesia Católica al servicio de los
pobres y menos su lucha social, tan o más importante que su labor pastoral.
En su interpretación del Concilio II de Juan XXIII, fueron identificados como simpatizantes
de la Teología de la Liberación al emprender un fuerte trabajo de alfabetización y
reivindicación de los derechos de los pueblos naturales, lo que les valió ser perseguidos e
incluso objeto de atentados en los años setentas durante el movimiento indígena
independiente en la Huasteca, que causó un baño de sangre en toda la región.
En Hidalgo caciques y terratenientes ordenaron ejecuciones de los lideres naturales como
Pedro Beltrán, Humberta Hernández, Leodegario Ramírez, Benito Hernández y masacres
como las de Tzacuala, Chingüíñoso, Huizotlaco, en una franja que va desde Huazalingo
hasta Xochiatipan que dieron pie al surgimiento de organizaciones independientes que
resistieron la militarización que llegó a tener tropas especiales bajo el pretexto de la
existencia de grupos clandestinos.
Detenciones ilegales, abusos y excesos de militares y guardias blancas, todo documentado
y de lo que hemos dado testimonio en este espacio que nació en 1985 en el diario Nuevo
Día en que se ha reducido la marginación, pero no la pobreza que se manifiesta hoy de
manera diferente para quienes desde 1993 vieron ampliadas las opciones educativas
medio superior y superior pero no las oportunidades.
Ya no hay emboscadas como la del 14 de mayo de 1977 en Huizotlaco ni retenes militares
camino a los Tohuacos, pero la injusticia priva a pesar del potencial de la región que
requiere como lo pidieron José Barón, Pablo Hernández y Samuel Mora, un proyecto
regional sin paternalismo que uniera a la Huasteca a la economía del Golfo de México,
diría una vez el padre Barón, nos urge una salida al mar, a una década de la muerte del
EPA, sería un homenaje para ellos y tantos huastecos asesinados.
