Alberto Witvrun.-Para justificar la caída vertical en las preferencias electorales en sólo un año en que el Partido Acción Nacional (PAN) pasó de 86 mil 421 votos a 57 mil, la pandilla de Asael Hernández Cerón aplica una estrategia en dos vertientes: efectúa reuniones de “evaluación” con sus leales donde le reconocen su “liderazgo” e inicia una feroz cacería en contra de sus detractores acusándolos de traición.
Sus primeros objetivos son los ex diputados Irma Chávez Ríos y Daniel Ludlow Kuri y hurgan en la relación personal que varios panistas mantienen con Natividad Castrejón Valdez, para emprender procesos internos que lleven a su expulsión, mientras se reacomodan tras la sacudida del 5 de junio, pero en ningún momento pese a las críticas por los resultados han pensado en dejar la dirigencia.
En suma tratan de sacudirse la responsabilidad de la derrota, producto en buena medida del secuestro que de la estructura del partido mantienen mediante complicidades que solo beneficia a un pequeño grupo de sus leales y mediante traiciones a quienes en su momento han sido sus aliados a quienes no han dudado en no cumplirles los compromisos como sucede ahora con el secretario general Alfredo Ortega y compañía.
Claudia Lilia Luna Islas que se convirtió en el nuevo títere de Asael Hernández, no ha dado la cara a la militancia, menos ha realizado una evaluación seria sobre causas y efectos de la elección para la gubernatura y hasta donde impacto en su electorado seguro haberse prestado al juego de postular a una priista como candidata a la gubernatura, como parte de un juego de la dirigencia nacional priista para imponer a su secretaria general. Asael Hernández a quien le persiguen acusaciones sobre corrupción y tráfico de influencias cuando presidió la Junta de Coordinación Legislativa del Congreso local, no pierde su objetivo de ser diputado federal en 2024 y para conseguirlo debe mantener el control del blanquiazul, aunque este se le esté desmoronando en las manos.