Alberto Witvrun.-Corre ya la leyenda urbana de que en el Olimpo de la política los principales actores tomaron un acuerdo para que la batalla central de sus ejércitos terrenales se desarrollara sin intervenciones extraordinarias siempre que los comandantes tuvieran el mismo peso para que no hubiera ventaja para nadie, la que se había eliminado dejando fuera a los más experimentados de ambos bandos.
Había riesgos mayores para uno de los ejércitos porque se aseguraba que tenía mayor respaldo de las bases sociales, que la marca bastaría para sumar victorias en cada uno de los frentes, a los que se denomina seccionales, aun así el acuerdo se cumplió porque si bien se aceptaba estas condiciones, en principio se eliminó no adversario más peligrosos, pero si al menos aceptado.
En ambos lados se velaron armas y mientras de un lado hubo acuerdos y se sumaron quienes vieron lesionadas y hasta cercenadas sus aspiraciones a pesar de tener alta aceptación del otro se impuso la soberbia y se rechazó todo tipo de apoyo, se creyó que el no tener pasado y presentarse como luchador social, cuando no lo es, bastaba para ser aceptado como puro y surgir ganador.
No fue así, conforme se desarrolló la lucha en el campo de batalla las fuerzas leales no fueron suficientes, los errores en la estrategia empezaron a ocasionar pequeñas derrotas que al final se sumaron y cuando quisieron cambiarlas era demasiado tarde, los apoyos empezaron a retirarse y quienes fueron marginados mantuvieron distancia.
Y los defensores nunca aparecieron y los que lo hicieron, fue con otros colores, era el caos y la derrota era irreversible, a esa hay que agregarle otras tres derrotas en los tribunales, así quien no supo ganar, acusó a propios y extraños de un complot en su contra para no aceptar su responsabilidad, cuando en el segundo nivel del Olimpo político hubo sorpresa por el triunfo de sus comandantes.
Ahora el gran derrotado enarbola la bandera: La Democracia soy Yo, todos los demás son impuros por traidores, por venir de otras tribus, por saltar a este barco, cuando él, al principio de la batalla ni afiliado estaba, así que nadie merece, solo él, encabezar la batalla en el 2022, ya se vio, dice tener toda la autoridad, pero nadie lo autorizó pero mantiene su cruzada. Cualquier parecido con lo que sucede en Pachuca, es una leyenda.