Alberto Witvrun.- Nadie sabe cuándo o en qué momento nació la enemistad en el gobierno de Jesús Murillo Karam entre dos integrantes del Grupo de los Treintañeros, puñado de jóvenes políticos
que el realmontense impulsó y que tres décadas después, buena cantidad de ellos se
encumbró en la política y siguen vigentes.
Omar Fayad Meneses aparece en la campaña en 1992, enviado por el jefe de delegaciones
de la Secretaría de Educación Pública (SEP) Esteban Moctezuma Barragán, tras la solicitud
de Jesús Murillo al secretario Ernesto Zedillo Ponce de León, para intervenir en el foro de
educación y perfilarlo como titular del Instituto Hidalguense de Educación (IHE).
Carolina Viggiano Austria en la Dirección Jurídica del gobierno era defensora de oficio,
pronto la consideraría como coordinadora regional en la sierra, para convertirla en
diputada local, secretaria general del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) que presidió Aurelio Marín Huazo.
En ese transito Omar Fayad llegó a procurador General de Justicia, diputado federal y
Carolina Viggiano con Manuel Ángel Núñez Soto, ascendió a secretaria de estado y
diputada federal; para entonces ya no se querían a ambos los escuché expresarse no en
los mejores términos uno del otro; diferencias se profundizaron al pasar el tiempo y
perseguir el mismo objetivo gobernar Hidalgo, ahí ganó el de Zempoala.
La pésima relación se agudizó en el proceso de sucesión de Fayad Meneses, historia que
casi todos conocen y que alcanzó de la pugna política al odio personal que se acendró en
la de Tepehuacán de Guerrero, lo que ella se encargó de dejarlo más que claro con la
reciente calificación al embajador de México en Noruega y que tuvo como rebote en el
también ex gobernador Francisco Olvera Ruiz.
Tristemente la polémica entre estos personajes, ahora no es quien políticamente actúo y
actúa correctamente, es si Omar Fayad merece el calificativo de “nalgasprontas” o si
Carolina Viggiano se mostró prosaica, porque al final la presencia de ambos en la política
de Hidalgo, es limitada, porque el PRI sigue en caída vertical y el Grupo Plural
Independiente (GPI) está prácticamente extinto.
