Alberto Witvrun.-La pregunta en el Valle del Mezquital no es quien va a ganar la elección para gobernar Hidalgo, es para qué la presidenta municipal de Ixmiquilpan solicitó la presencia de la Guardia Nacional, que de nada servirá para frenar la ola de violencia como en ocasiones anteriores que se ha solicitado su apoyo e incluso cuando se instalaron en El Tephé, porque el efecto ha sido contrario porque las actividades delictivas se incrementaron.
La percepción de ingobernabilidad debido a la inseguridad que tiene la población de esta municipalidad y en general en la región no se resuelve así y menos con la falta de coordinación porque la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo (SSPH) no tenía conocimiento de que la corporación federal enviaría personal para patrullar colonias, barrios y comunidades a petición de Araceli Beltrán Contreras.
Durante la actual administración se han registrado oficialmente 15 homicidios dolosos, la mayoría de ellos en forma de ejecución o ataques armados, diez de ellos durante el pasado y cinco de enero al 14 de mayo, sin contar el último de ellos que fue este fin de semana a unas horas de que arribara el personal de la Guardia Nacional, para iniciar patrullajes en Ixmiquilpan.
También han aparecido media docena de mensajes en mantas y cartulinas advirtiendo sobre una “limpieza” mientras se observa un notable incremento en el paso de autobuses y otro tipo de unidades que transportan ciudadanos centroamericanos “sin papeles” que buscan llegar a la frontera con Estados Unidos, para tratar de cruzarla actividad de la que ya tiene varios años que fueron desplazados por la delincuencia organizada los “polleros”.
El desfile de cinco titulares en la Secretaría de Seguridad Pública Municipal en Ixmiquilpan refleja la crisis que en este rubro tiene esta municipalidad corazón del Valle del Mezquital, que repercute en la mayoría de los municipios de la zona, pero la Guardia Nacional de nada servirá para frenarla, inhibirla o disminuirla porque tienen la orden de evitar confrontaciones bajo el precepto presidencia de “abrazos no balazos”.