Alberto Witvrun.-La diputada federal Sandra Simey Olvera Bautista se ha convertido en un personaje polémico y controvertido por su trayectoria en la política que inicia como asistente de la candidata a gobernadora por la coalición opositora PAN-PRD-PT, Xóchitl Gálvez Ruiz en 2011, luego como diputada local por el Sol Azteca y ahora como legisladora por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sin obviar su paso en el equipo del ex alcalde de Ixmiquilpan y ex diputado federal Cipriano Charrez Pedraza.
Hubo intentos de reprobarla por asistir a conocido bar de Polanco, porque días antes posteó en redes sociales que Bastaba de Privilegios; además de criticarla por su inclinación a los Tik Toks, lo que nadie tendría que cuestionar, a no ser porque ella ha convertido su vida privada en pública utilizando las redes sociales, lo que es poco recomendable.
Que alguien acuda a una fiesta de cumpleaños en Polanco, nada malo tiene, más si utiliza sus recursos para costear el asistir a un restaurante o bar, lo cuestionable es utilizar un discurso o narrativa política que contradice su forma de vida, sobre todo cuando lo privado el personaje lo vuelve público, en este gobierno donde una reunión privada motiva la separación del cargo.
Los políticos que enarbolan la bandera de la Cuarta Transformación deben caminar con pies de plomo y cuidar su vida privada, porque adversarios y detractores están atentos para descalificarlos, sobre todo cuando no hay resultados en sus responsabilidades en este caso como representante popular en el Congreso de la Unión.
No es malo viajar o divertirse, el problema es la incongruencia, aunque en el actual gobierno federal, no importa, así hoy el principal instrumento anticorrupción del presidente en sus tres primeros años, Santiago Nieto Castillo el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) hoy es denunciado por haber adquirido tres inmuebles por 40 millones de pesos, lo que de comprobarse sería probar que no hay congruencia en este gobierno.