Arturo G. Alanis. Ixmiquilpan.- En una práctica común de los hermanos Charrez Pedraza, en cada cambio de administración municipal, en cualquier momento se presentarán en la sede del ayuntamiento las huestes del exalcalde, Pascual Charrez Pedraza, a fin de solicitar “formal y atento” una audiencia con la alcaldesa, Araceli Beltrán Contreras, en su ya tradicional intento de conseguir presupuestos para obras y acciones sociales.
En audio que se hizo circular mediante diversos medios, se escucha la presunta voz de Pascual Charrez, quien convoca a delegados comunitarios, integrantes de comités de obras de los poblados, para que firmen y sellen un oficio que según será hecho llegar en breves días a las manos de Araceli Beltrán.
Para esos propósitos, el exedil a su vez pide que los representantes comunitarios busquen al “licenciado Omar” (se presume que su incondicional el ex regidor Omar Cruz Nopal), con el propósito de que conozcan a detalle el contenido del oficio que se hará llegar a la alcaldesa y en consecuencia lo firmen.
En la misma grabación según se puede escuchar que Pascual Charrez quiere que el acercamiento con la presidente municipal se desarrolle “formal y atento”, pero no deja en claro si esa convocatoria la emite como un simple ciudadano o como exalcalde o en su papel de líder moral de la Sociedad Integral de Organización Nacional (SION).
A principios de noviembre del 2016, el entonces alcalde Pascual Charrez sufrió la presión social de su hermano, Cipriano Charrez Pedraza –por aquellos días diputado local-, quien junto con unos 400 de sus seguidores pretendió obligarlo a firmar un documento, donde el ayuntamiento se comprometía a ejecutar distintas obras comunitarias. Aquel encuentro casi derivó en un enfrentamiento entre las huestes de ambos.
Cuatro años antes, en enero del 2012, cuando Cipriano Charrez recién asumía el cargo de alcalde, también fue objeto de presiones por parte de Pascual Charrez y su otro hermano, Vicente –de mismos apellidos-, quienes en calidad de dirigentes de la SION también pretendieron imponer un “plan de trabajo”, recurriendo a una manifestación de protesta en el ayuntamiento, con unos 400 simpatizantes, lo mismo que a un bloqueo vial en el paraje conocido como La Huasteca.