Alberto Witvrun.-Solo tu supiste cuándo te arrancaron del fondo de las minas para convertirte en reportero pero seguro ese paso por las entrañas de Pachuca fue esencial para el compromiso que a lo largo de más de 60 años en el periodismo mostraste con tu gente, la que menos tiene y con todos los que alguna vez estuvimos contigo en una redacción o en algún otro espacio abrevando de tus consejos, orientaciones y hasta regaños.
Periodista de la vieja escuela, pero más actual que muchos jóvenes, maestro, autodidacta, comprometido, cuidadoso del lenguaje, de la buena redacción, de la precisa interpretación periodística, con un legado que te convierte en un referente de esta actividad en Hidalgo y en factor de convergencia de un gremio a veces tan divergente.
Pero sobre todo del periodismo que sirve para cambiar a una sociedad aún en contra de la voluntad del poder político o económico, por eso Anselmo Estrada Alburquerque, el de La Inocente Polvorita, el de El Zimapense con todo y tu Fusil, tienes el reconocimiento del gremio y el agradecimiento de una buena parte de quienes estamos inmersos en esta actividad.
Chemo, el del rigor periodístico en la redacción, el de las tardes y noches cantineras, el de “Chavo dos tragos”, el incansable jugador de cubilete, el de las anécdotas pachuqueñas, el de las historias periodísticas, el de las ordenes de trabajo a las 3 de la mañana en La Cumbancha, el de los reportajes incómodos para el poder que terminaban con su despido, el maestro profesional y de vida, suma que lo hace un referente del periodismo profesional y ético de Hidalgo.
Anselmo Estrada Albuquerque.
Chemo, pues; el del ciclo vital que concluyó, pero no su legado y ejemplo, como hombre y periodista.
Gracias siempre por tu amistad, afecto y enseñanzas.