Alberto Witvrun.-La posibilidad de una rebelión de la comunidad estudiantil de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) obligó a una reunión urgente del rector Adolfo Pontigo Loyola con su jefe el presidente del Patronato Gerardo Sosa Castelán, para ampliar el plazo para el pago de inscripciones y reinscripciones de los 60 mil alumnos, ante la crisis financiera derivada de la emergencia sanitaria, antes de que todo se saliera de control.
La cuota de mil 400 pesos por semestre representan para la universidad un ingreso de alrededor de cien millones pesos, que ante los problemas administrativos que enfrentan derivado del congelamiento de cuentas bancarias por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) son vitales para la operación de la institución, porque si bien siguen recibiendo sus presupuestos estatal y federal, requiere igual de los recursos propios.
El plazo inicial de cinco días que vencía el viernes 10, habla de la urgencia de captar recursos pero esta necesidad generó malestar en la comunidad estudiantil, que no se siente representada por el Consejo Estudiantil Universitarios del Estado de Hidalgo (CEUEH) que los últimos años bajo el mando de Jorge Mayorga Delgado, operó como instrumento de Movimiento Ciudadano, por órdenes de Gerardo Sosa, olvidándose del alumnado, del que utilizó a unos cuántos a cambio de becas y calificaciones aprobatorias.
Ante este escenario, donde el CEUEH es un membrete, Sosa Castelán decidió entregarle la “gestión” de la ampliación de plazo a su presidente Esteban Rodríguez Ávila, quien hoy junto con su comité y los presidentes de institutos tienen que desquitar las becas y las calificaciones aprobatorias, que reciben quintándoselas a quien las merece y necesita para reactivarlo y recuperar algo del control perdido.
No será fácil porque el activismo del Comité de Lucha Universitaria de Hidalgo (CLUH) permea y puede ser detonante de un movimiento que cuestione las políticas universitarias; por lo pronto aumentar el plazo para pagar la colegiatura destensa el ambiente, pero no lo suficiente, porque la inconformidad por el control vertical y unipersonal que ejerce Gerardo Sosa Castelán, ya cansa a los universitarios, más cuando queda al descubierta la corrupción en el otorgamiento de becas.